Fabulas de Esopo (I)

-El cabrero y las cabras monteses:
Un cabrero que había llevado sus cabras a pastar, al ver que se mezclaban con otras monteses, al caer la tarde, a todas las hizo entrar en su cueva. Al día siguiente, desencadenada una gran tormenta, no pudiendo llevarlas al pasto acostumbrado, las cuidaba dentro, echando a las propias comida moderada, sólo para que no pasaran hambre; y, en cambio, amontonaba más para las extrañas, con la intención de apropiarselas también. Pasada la tormenta, cuando sacó a todas al pasto, las monteses, tirando al monte, huían. Como el pastor les reprochase su ingratitud, ya que lo dejaban después de haber recibido más cuidados, volviéndose le dijeron: "Pues también por eso mismo más nos precavemos, porque si a nosotras, que nos hemos acercado a ti ayer, nos trataste mejor que a las que llevan tiempo contigo, resulta evidente que, si también se te acercasen otras después de esto, las preferirías a nosotras".

La fábula muestra que no debemos acoger con satisfacción las amistades de quienes nos estiman más a los amigos recientes que a los antiguos, sino pensar que, si se hacen amigos de otros al envejecer nuestra amistad, los preferirán a ellos.


-El alción:
El alción es un pájaro amante de la soledad que vive permanentemente en el mar. De él se dice que, para precaverse de las cacerías de los hombres, empolla en los escollos costeros. En cierta ocasión, un alción, cuando iba a hacer la puesta, buscó un promontorio y, al ver una roca junto al mar, decidió empollar allí. Un día que salió por comida ocurrió que el mar, agitado por un impetuoso viento, subió hasta el nido y, cubriéndolo de agua, ahogó a los polluelos. El alción, a su vuelta, cuando se percató de lo sucedido, dijo: "¡Desgraciado de mí, que, guardandome de la tierra por insidiosa, me refugié en el mar que me ha resultado menos de fiar!".

Así también algunos hombres, guardándose de los enemigos, caen, sin darse cuenta, en amigos mucho más molestos que los enemigos.


-Esopo en un astillero:
Esopo, el fabulista, disponiendo de un rato libre, entró en un astillero. Como los obreros le provocasen con bromas y le incitasen a replicar, Esopo les contó que antiguamente existían el caos y el agua, pero que Zeus, queriendo mostrar también que la tierra era el tercer elemento, aconsejó a ésta que se bebiese el mar en tres tragos. Y ella, con el primero mostró los montes; habiendo dado un segundo trago, dejó al desnudo las llanuras, y "si le pareciese bien beber también agua por tercera vez, vuestro oficio se haría inútil".

La fábula muestra que los que se burlan de los mejores, sin advertirlo, se ganan réplicas más punzantes de ellos.


-La zorra con el vientre hinchado:
Una zorra que estaba hambrienta, al ver en el hueco de una encina panes y carne abandonados por unos pastores, se metió en él y se los comió. Pero, como se le hinchase el vientre y no pudiera salir, gemía y se lamentaba. Otra zorra que pasaba por allí, al oír su gemido, acercándose le preguntó el motivo. Cuando comprendió lo que le había pasado, le dijo: "Aguarda ahí hasta que estés como estabas cuando entraste, y así fácilmente saldrás".

La fábula muestra que el tiempo resuelve las dificultades de las cosas.

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