Poder en femenino. Una visión sesgada del sexo

[...] La proporción de hombres frente a mujeres en una sociedad también influye en la conducta y actitud sexual. Jeremy Ueker, de la Universidad del Norte de California, y Mark Regnerus, de la Universidad de Texas en Austin, evaluaron los comportamientos de seducción y prácticas sexuales de estudiantes según el indice de masculinidad en los distintos campus. Hallaron que las mujeres, cuanto más numerosas, tendían a considerar que los alumnos del campus eran menos proclives a las relaciones duraderas, les parecían de menos confianza, pensaban que una relación con ellos no perduraría y que les resultaría más difícil encontrar a un hombre de bien en ese ambiente. Asimismo, confirmaron que, cuanto más numerosas eran las alumnas, menos parejas y relaciones sexuales habían mantenido durante el mes que precedió a la encuesta; también eran más proclives a la virginidad. Ueker y Regnerus concluyeron que en los grupos sociales con una razón de masculinidad baja, las mujeres consideran a los varones menos sinceros y dignos de confianza; también se reducen las ocasiones para iniciar una relación con ellos.

¿Qué ocurre con los hombres? Emily Stone, de la Universidad de Florida, llevó a cabo una encuesta entre varones de distintas culturas. Les preguntó sobre los criterios que consideraban relevantes a la hora de elegir pareja (entre las posibles respuestas aparecían enunciados como "que sea buena cocinera", "que se quede en casa y se ocupe de los niños", "que sea sociable", etc). Los resultados de las expectativas de los probandos se relacionaron a continuación con la razón de masculinidad del entorno de cada individuo.

La investigadora descubrió que los estereotipos femeninos (la mujer se ocupa de los niños, de la casa, tiene un físico agradable, entre otros) se vuelven criterios predominantes en los entornos con una mayoría de mujeres; dicho de otro modo, cuando los varones tienen donde elegir. En cambio, si las mujeres escasean, tales aspiraciones decrecen.

Al parecer, pues, los estándares de cómo debe ser la otra persona varían según el índice de masculinidad: cuando las opciones abundan, los hombres heterosexuales buscan a una pareja con un perfil estándar; en cambio, si las opciones resultan limitadas son más flexibles y menos "normativos" (menos exigentes. Stone propuso el mismo tipo de encuestas a mujeres. El resultado confirmó la importancia de estos criterios normativos: cuando los varones son más numerosos que las mujeres, ganan en importancia ciertas características (ingresos, madurez, nivel educativo similar, entre otros); por el contrario, estos requisitos pasan a un segundo plano cuando los hombres se encuentran en minoría [...].

(Nicolas Guéguen; Mente y Cerebro nº67 - 2014)

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