Dime, ¡oh mujer líquida!
que de sólidos andares
plantas abetos por templada.
Sepárate de tu forma
castigada por el hierro
rápido y que infama.
Más en buen día te libras
del indecoroso castigo
a la conciencia abras.
Corazones de plástico y mimbre
a tus pies, como almohada
albarda sobre albarda, herrumbre.
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