No hay cosa que más rabia me des,
amor, que con una simple palabra das y quitas la vida.
No hay palabra que más desasosiego me de,
perdón, amor, que con un suave y melodioso
acercamiento me expande el alma.
Hay muchas formas de llamarte,
con bastantes nombres respondes
y solo con uno germinas, el numen
de la pasión, mi musa secreta
que a todos doy a conocer.
Sin ella no hay blanca Navidad,
ni hay pasión de los que resuelven,
ni lo hay tampoco de los que se olvidan.
Tienes la cara del respeto a la hora de ver
a los demás y la del miedo a la hora de quedarte a solas.
Eres mención en todas las tertulias
y ausente de todas ellas. Vivo retrato de Dios,
al que, últimamente, poca gente quiere ver.
Tienes vida y tienes fin, eres causa y revolución,
manifestación de una vida inquieta
y desorden felino de los débiles.
Imaginación o cuento eres tú y de ti mismo naciste,
con o sin gracia, en un mundo cambiante
de pregones de las debilidades de la memoria
a mi memoria truncada de abismos.
(Pyren, "El pyrriche veraz"; "¡Cuán amoroso es el nombre del amor!").
Comentarios
Publicar un comentario