-Post de FH.
Hoy la pregunta os la hace Blaise Pascal (1623-1662), científico, filósofo y escritor francés. "¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío aunque yo no la tenga con él?".
Hoy la pregunta os la hace Blaise Pascal (1623-1662), científico, filósofo y escritor francés. "¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío aunque yo no la tenga con él?".
-Mi comentario.
Para responder a este filósofo seguiré la moral, la ética y la psicología, tal y como hice ayer, desde el punto de vista de la experiencia, la creatividad y la rectitud.
Desde el punto de vista de la moral y la experiencia, se dice en "Leyendas de los sufíes" (Capítulo II, 4), de boca de su protagonista, que:
"Husamu-d-Din nos contó que Jelal le había informado del siguiente suceso:
Una vez el seyyid llegó a cierta ciudad de Khurasan llamada Samanek. Las gentes principales acudieron a su encuentro para manifestarle sus respetos, con excepción del Sheykhu-l-Islam del lugar (el vicecanciller local). Sin embargo, el seyyid fue a presentar sus respetos al funcionario legal. Este fue descalzo hasta la puerta de la casa para encontrarse con el seyyid, cuya mano besó, y a quien presentó sus excusas por su aparente falta de cortesía.
Como respuesta, el seyyid dijo: "Vengo para informarte de que el décimo día del próximo mes, Ramadán, tendrás ocasión de acudir a un baño caliente. En tu camino hacia allí serás asesinado por los emisarios del Viejo de la Montaña. Te comunico esto para que puedas poner los asuntos en orden y arrepentirte de tus pecados."
El Sheykhu-l-Islam cayó a los pies del seyyid llorando; pero éste añadió: "no vale de nada. Los acontecimientos están en manos de Dios y él lo ha ordenado. Pero, como muestras tanta contrición, puedo añadir para tu consuelo que morirás dentro de la fe y no serás separado de la gracia y misericordia divinas."
Y tal y como predijo, sucedió. Los asesinos le quitaron la vida el mismo día predicho por el seyyid.
La plaza fuerte de Alamut del Viejo de la Montaña fue atacada por fuerzas enviadas contra ella por Hulegu, nieto de Gengis Kan, hacia el año 654 d.H. (1256 d. de C.). El último príncipe de la dinastía fue enviado a China, y allí fue condenado a muerte por el emperador; y así fueron suprimidos finalmente estos detestables azotes de la humanidad."
La moral antigua era de las que opinaba que un mal era eliminado con otro mal y la experiencia así lo marca.
En las "Robaiyyat" (Omar Jayyam; "El girar del tiempo", 56) se dice, ética y creativamente, que:
"Aquel palacio fue rival de la gran rueda,
y los reyes del mundo frecuentaban su umbral;
en su muro sin dientes vi pararse a un cuclillo,
posado allí decía sólo: qué qué, kú kú."
El juego de tronos, aunque perverso, era la tónica diaria, lo cual no dejaba de ser aborrecible, ni siquiera hoy.
Psicológicamente esto es descrito y paliado por Shaykh Al-Sulamî ("Las enfermedades del alma y sus remedios", 9) del siguiente modo:
"Una de las enfermedades del alma es esperar para sí misma el bien, cuando está participando de él. Pero, si tomase consciencia de su estado real, decepcionaría a la gente presente a causa de su carácter nefasto. Así, le preguntaron a uno de los antiguos: "¿Cómo viste a la gente en 'Arafàt?". Y él respondió: "He visto una gente a la que hubiese esperado que Dios perdonase si no hubiese estado yo entre ellos". Y es que los despiertos tienen mala opinión de sí mismos.
El remedio correspondiente es que el Murîd no tenga por adquirido el perdón de sus pecados, porque Dios -suya es toda Gloria y Majestad- lo ve cometer faltas y transgresiones. Que se avergüence, pues, y tenga mala opinión de sí mismo. En este sentido le decía al-Fudayl bin 'Iyâd a su alma: "Ay de mi por culpa tuya, aunque yo sea perdonado". Había realizado el conocimiento de Dios y Su Mirada sobre él."
Lo sangrante de la situación, de hoy día, es que casos como el de hoy con Blesa son la excepción, uno puede aspirar a hacerlo mal dentro de las esferas de poder que le tocan y jamás se arrepiente. Es más, tal parece que es algo de lo que presumir en tu curriculum, lo mangante y chorizo que se es. Porque la técnica de información está tan bien pulida que ya no se teme por la vida, sino por cuanto no eres capaz de mangar.
Apegando el oído, hoy, ante unos conocidos, llegó a mi un hilo de conversación en el que dos de ellos se pusieron a hablar de armas y de lo mucho que habían burlado la ley en cacerías ilegales. Por supuesto que, también, hablaron de lo fácil que es conseguirlas y lo hablaban con total naturalidad de ello. Otro, un amigo mío, habla de que, hoy día, hay mucho "buenismo" y poca actividad. Yo sin embargo observo todos los días cómo se denosta a los superiores y compañeros a las espaldas, y se trata de influir en la voluntad de manera cicatera negando el esfuerzo precedente. Por lo tanto, puede que, en la ilustrada época de Pascal, él fuera la excepción, pero la excepción es lo que ha pasado hoy.
No defiendo ningún tipo de terrorismo, pero tampoco defiendo el terrorismo de dejarnos por bobos, ¿o es que no sigue siendo cierto eso de que "los extremos se tocan"?
A Pascal y a vosotros os digo que no es bueno pecar de inocente, tanto como pecar de masoca.
¡Gracias por el post y buen día!
Comentarios
Publicar un comentario