Sacondios

Una vez más, me centro en los sentimientos más urbanos y me dispongo a analizar este que os comentaré en adelante, el descreimiento.

"El edificio en forma de apteryx, tan familiar para él, dejó escapar su habitual luz gris humosa cuando Eric Sweetscent plegó su rueda y consiguió meterla en el pequeño espacio reservado para él en el aparcamiento. Las ocho de la mañana, meditó melancólicamente. Y su jefe, el señor Virgil L. Ackerman, ya había abierto las oficinas de la CPTT para el trabajo cotidiano. Era un hombre cuya mente estaba más despejada a las ocho de la mañana que a cualquier otra hora del día, pensó el doctor Sweetscent. Aquello iba contra todos los mandamientos de Dios.
Vaya excelente mundo que nos están ofreciendo; la guerra disculpa cualquier aberración humana, incluso las de aquel viejo" (Philip K. Dick -Aguardando al año pasado-).

El descreimiento, siempre ha sido un tema tabú en los lugares a donde voy. Se recurre más a los valores de la valentía y al valor, para entrar en la mente de la gente. Pero, cuestionándomelo ¿qué labor? o ¿qué misión tendríamos a la hora de darnos a conocer, si no hay gente que opine diferente o abandone por completo lo que creía?

Que mundo más aburrido y sin sentido, si todos opinásemos igual. No solo nos quedaríamos sin trabajo, sino también sin sentido. En esto, la Biblia es bien taxativa; "Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: ¿Qué? ¿Es qué come con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús les dice: No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2, 15-17).

Creo que merece la pena que todos y cada uno de nosotros (me incluyo) miremos por la verdadera valentía, que es una puerta de doble sentido, en la cual, se da un intercambio de ideas constante con la connatural digresión de ideas originales.

¿Cuánto nos queda de originales? o ¿cuánto vicio hemos acumulado?

Sun Tzu, escribió, en el "El arte de la guerra", una serie de preceptos unidos al descreimiento y a la falsa valentía, que pueden ser aplicados a la vida cotidiana. "Hay cinco peligrosos errores que pueden afectar a un general:
      a)  Si es imprudente, puede perder la vida.
      b)  Si es cobarde, será capturado.
      c)  Si es colérico, puede ser ridiculizado.
      d)  Si tiene un sentido del honor demasiado susceptible, se le puede avergonzar.
      e)  Si tiene demasiadas contemplaciones con sus hombres, se le puede hacer sufrir."

Desde mi humilde punto de vista, tanto la verdadera valentía y valor, como la creencia, vienen del arrojo que le imprimamos a los asuntos.

Como en la piedra, en la que me inspiro, las mejores cosas vienen con la destreza adecuada.

Comentarios