Juventute

El alma tenías
tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
-soñaba altos muros
guardándote el alma-
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entradas tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿Acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.
(Pedro Salinas -De presagios-).

Con este poema, vengo a dar entrada a cerca de dos refranes populares y a dar una sabia "advertencia a navegantes".

Dice el refrán popular: "con el hombre siempre callado, mucho cuidado". Este refrán aconseja la prudencia ante personas que sólo escuchan, advierte sobre la necesidad de conocer con quién entablamos conversaciones y la moderación en nuestros juicios. Y también sugiere la vigilancia ante quien nos puede delatar, traicionar o juzgar.

Sería muy duro si lo conjugásemos con la enseñanza de "deberíamos considerar a los jóvenes con respeto: ¿quién sabe si la próxima generación no alcanzará en mérito a la presente? Sin embargo, si a la edad de cuarenta o cincuenta años un hombre no se ha hecho un nombre, ya no merece ser tomado en serio" (Confucio; analecta 9.23).

Por eso, he sido más de los de el refrán "en decir, discreto; en el hacer, secreto", ya que quien es malo, es malo y por lo general se le ve a la legua.

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