Sobre le egoismo y sus supuestas virtudes

"Y entonces también -¡ah, por primera vez!- su palabra alabó el egoísmo; el egoísmo sano y limpio que brota de alma poderosa:
-de alma poderosa a la que pertenece el cuerpo sublime, hermoso, triunfante y grato, en cuyo derredor todas las cosas se tornan en espejos;
-el cuerpo agil y persuasivo, el bailarín, cuyo símbolo y quintaesencia es el alma gozosa de sí misma. El goce en sí mismos de tales cuerpos y almas, se llama a sí mismo "virtud".
Con sus palabras del bien y del mal, tal goce de sí mismo se escuda como tras bosquecillos sagrados; con los nombres de su dicha conjura todo lo despreciable.
Conjura todo lo cobarde; dice: ¡Malo quiere decir cobarde! Despreciable se le antoja el que se preocupa y suspira y se queja y quien aprovecha aun más la pequeñas ventajas.
Desprecia también toda sabiduría doliente; pues hay también una sabiduría llorosa, una sabiduría a modo de dama de noche que siempre suspira: "¡Vanidad de Vanidades!"
Le repugna el sordo recelo y quien quiere juramentos solemnes en lugar de miradas y apretones de manos, así como toda sabiduría demasiado desconfiada, pues es propia de las almas cobardes.
Le repugnan aún más el harto solícito, el alma rastrera y el sumiso; y también una sabiduría sumisa, rastrera mansa y harto solícita.
Le es francamente odioso y da asco el que no se resiste jamás y se traga la saliva ponzoñosa y las miradas fulminantes; el harto paciente que tolera todo y transige con todo, pues tal actitud es propia del siervo.
Ya se someta uno a dioses y puntapiés divinos, o a hombres y estupideces humanas, ¡a toda actitud servil escupe ese ebrio goce de sí mismo! Llama él malo a todo lo quebrado, mezquino y servil, al mirar esquivo, al aire tétrico y a esa especie falsa y blanda que besa con labios anchos y cobardes.
Y llama seudo-sabiduría a todo lo que sutilizan los siervos y los viejos y los cansados; ¡y en particular a toda la grave, absurda y harto lista locura de la clerigalla!
¡Las malas pasadas que el juego de los seudo-sabios, clérigos, todos los cansados del mundo y cuantos tienen el alma afeminada y servil, ha jugado desde siempre el egoísmo!
¡Y precisamente el jugar malas pasadas al egoísmo se proclamaba virtud! ¡Con fundada razón todos esos cobardes, cansados del mundo y arañas de cruz, aspiraban al desprendimiento!
Pero para todos ellos llegará el día, el cambio, la espada del juicio, el gran mediodía; ¡Entonces se pondrán de manifiesto muchas cosas!
Y quien proclama sano y santo el yo y el egoismo, proclama también lo que sabe: "¡Mira que ya viene, ya está por llegar el gran mediodía!".
Asi habló Zaratustra (Friederich Nietzsche; Así hablaba Zaratustra -De los tres males-).

Solamente digo, que para llevar a cabo estos ideales maquiavélicos, hace falta tener un ego como un camión... pero aun más inquietante, es la repercusión de estos ideales en otra persona y sin el efecto anestesia que generan este tipo de afanes.

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