Easter egg, el dolor en la interpretación

Con todo el estupor del mundo, me he dado cuenta de una cosa que creía olvidada, es la sorpresa en si misma, un easter egg o huevo de pascua, que me ha ayudado a entender un poco mejor lo que es la verdad, en el mundo del arte, que ahora comparto con vosotros como si fuera un caramelo:

Tras la alegría y la risa se podrá disimular un temperamento tosco, duro, limitado; pero detrás del dolor únicamente hay dolor. Contrariamente a la alegría, el dolor no se enmascara. En el arte, la verdad no está en la relación que la idea esencial guarde con la existencia accidental; no radica en el parecido de la forma con la forma misma con su sombra, o de la representación de la forma con la forma misma; no es el eco devuelto por la cavidad que forma la colina, ni tampoco la fuente de plata del valle, que repite a la luna y a Narciso. En arte, la verdad está en la concordancia de un objeto consigo mismo; en que lo exterior se convierte en expresión de lo interior, el alma en carne, y en que el cuerpo se encuentra animado por el espíritu. Y por eso no hay verdad comparable a la del dolor. Hay ocasiones en que el dolor parece ser la única verdad. Y lo demás fantasías de la vista o del deseo, cosas nacidas para cegar a aquélla y saciar a éste. Los mundos están hechos con dolor, y hay dolor en el nacimiento de un niño o de una estrella (Oscar Wilde; De Profundis).

En el mundo de la representación, se ha pasado por dos etapas, una que es la representación por el olor y otra que es la representación por el color. Todos podréis opinar que es lo que más atrae, el olor o el color, yo, simplemente opino, que a cada momento le corresponde su clase de interpretación y quien las tiene todas consigo es atractivo.

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