Música entre dientes

Quería empezar mi entrada con un clásico comienzo como un "hoy me gustaría hablar de" o "creo mejor comenzar por" pero no hallo mejor manera que esta de empezar con lo que quiero escribir que puede que tenga más trascendencia que la que a simple vista pueda parecer.

Si es verdad que no hay una canción que denomine a la humanidad, por grupo cultural o por forma de entender las necesidades más básicas de este, si que existe una canción para cada momento del día. Los despertares suaves son para la gente colérica como la miel para el oso pardo, los despertares enérgicos son para las situaciones de emergencia lo que al trueno una caja de pañuelos (se los funde).

Para mi, no hay cosa más bella que un atardecer bienintencionado, en el que no haya otra cosa que sorpresas gratas como el trino de los pájaros o el murmullo incesante del asfalto, recorrido una y otra vez.

La noche, para la sonrisa de la pareja, el guiño cómplice de lo que bien empieza y acaba.

Lo sublime del día es lo que se te queda por alcanzar, esa competición eterna por demostrarte a ti mismo que puedes alcanzar un grado más de perfección o una revolución en ciernes. Lo que mide la inteligencia de un día es la capacidad que tiene de ilusionarte cada uno de esos momentos, ya sean estos nobles o provincianos.

El mayor logro del ser humano es cuerpo, memoria y conciencia, potenciémoslas sin miedo. Si alguna vez, te a entrado por todo ello recuerda que los niños chicos también aprendieron a hablar así y no hay nada más saludable que la juventud.

¡Buen día a todos y a los que me odian, también!

Comentarios