Donde empieza la desmedida empieza el acoso

Hoy empezaré por un refrán atribuido a Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, acerca del tema de los bigardos (monjes herejes) o tercerones, que reza así: "El fraile, mal parece en el baile; y si es bailador, peor". Bien pareciera que este refrán sentencia al ostracismo cultural a los que una vez fueron los guardianes, sin tachadura, del pueblo.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la desmedida y el acoso?

Pues que siendo la "casta del silencio y la guarda", no deben de entrar en temas de selección subjetiva de aptitudes y si lo han hecho, será un error a tener en cuenta contra ellos. Y eso es extensible hacia lo que es la desmedida y lo que es el acoso, al ser ellas consustanciales al tema tratado.

Como no son fácilmente demostrables por explicación filosófica estos temas, os pondré dos cuentos (hindú y chino) que, espero, os sean claves para entender los porqués de la necesidad de silencio (antes del acoso) y porque el acoso, aun siendo objetivo, evita males mayores dentro de la dinámica social:


-¿Adónde podemos ir?
Cuando al Buda le insultaban, sus discípulos le pedían cambiar de localidad, pero el maestro respondía: "Y si la gente nos sigue insultando allí, ¿adónde podemos ir?" En este sentido, la siguiente historia es muy sugerente.
Una lechuza y una tórtola habían hecho buena amistad. Cierto día la lechuza estaba preparando sus cosas para irse, cuando llegó la tórtola y le preguntó:

-¿Te vas? ¿Adónde?
-Lejos de aquí -repuso la lechuza-, hacia el este.
-¿Por qué? preguntó su amiga.

-Te diré la verdad. A la gente de por aquí no le gusta mi graznido. Así que se ríen de mí o me insultan o me desprecian. Por esa razón me mudo.
La tórtola reflexionó unos instantes y dijo:

-Voy a explicarte algo. Si tienes la capacidad para cambiar tu graznido, adelante, vete; me parece estupendo. Pero, si no puedes cambiarlo, entonces, ¿Qué objeto tiene que te mudes? La gente del este se sentirá disgustada por tu graznido y tendrá la misma reacción que la de aquí. Y encima habrás viajado en balde.

Este cuento nos enseña, que no todas las veces huir del lugar en el que sufres acoso te puede servir, si puedes, tienes que esforzarte en cambiar.

El siguiente cuento, desmitifica la maldad del acoso, dejando a las claras la buena función que se daría de este, si estuviera presente.

-El significado de los palillos de marfil.

Hasta entonces el rey Chou había sido un hombre sencillo y relativamente parco, muy querido por un venerable anciano de nombre Chi. Pero cierto día, el monarca solicitó palillos de marfil. Cuando el anciano Chi se enteró del capricho del rey se preocupó hondamente. Le asaltó el temor de que en cuanto el rey dispusiera de los palillos de marfil, querría vasos de cuerno de rinoceronte y jade en lugar de loza y barro, y en vez de comer alimentos comunes, exigiría exóticos manjares, como cachorros de leopardo y cola de elefante, y en lugar de cubrir su cuerpo con telas comunes, haría traer los más lujosos brocados y las más preciadas telas, y en vez de habitar en una mansión, querría ostentosos palacios.
-Temo por el rey; temo por nuestro reino -se dijo cabizbajo el anciano.
Pasaron cinco años. El anciano era un poco más anciano. La actitud del monarca ya no era la de un lustro antes. Se había hecho construir palacios, se alimentaba con los manjares más exóticos, se emborrachaba con los mejores vinos y se entregaba sin freno a las más voluptuosas concubinas. Entre fastos y lujos perdió su reino.

En este último cuento, se hace patente que ante la holgura moral del monarca se debió de hacer constatar una autoridad más fuerte. Con un poco más de tino, dejando de lado los cuentos nacionalistas de corte diverso, que se han impuesto en estos últimos decenios, en la moral de la gente, apartando el silencio y ahorcando todo punto de vista reflexivo y adaptativo de las personas que puedan sentirse en el acoso, el de hoy en día, me parece burdo y sin sentido, de corte eugenista y radical, producido por un siglo de excesos (como fue el siglo XX) y que nos tiene esclavizados de mala manera por esperanzas malvendidas a nuestros antepasados.

Si el acoso no os funciona, atended a la coherencia, que es uno de los mayores tesoros que le pueda haber dado al hombre su naturaleza y que bien irá por todos.

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