Ventajas y desventajas de la envidia y la admiración

Últimamente he escuchado hablar mucho de la envidia y de la admiración, a partes iguales, y es encomiable, que, hoy día, la gente siga recordando la etimología en latín de estas, que tiene que ver con el que ve y con el que observa, siendo más poderoso (como dijo también en su manuscrito del agua, Musashi Miyamoto) el ojo que observa que el ojo que percibe, hasta ahí puede que sea del todo correcto.

No obstante hay algunas objeciones a ese principio:

-Por un lado está el relato, de la Iliada (Canto II), de como convierten los dioses a una serpiente en piedra, después de haberse comido a unos polluelos (sensibles y ruidosos, como la envidia) y a su madre que revoloteaba "observando" la escena (la preocupación siempre hace que desciendas). Esto, quiere decir, que el verdadero hombre siempre se mantiene al margen, sin preocuparse, alejándose de envidia y admiración. Por lo cual siempre está en el bien, siempre y cuando no se ponga en evidencia y todo lo que se mantenga a distancia, es hombre.

-Por otro lado están los relatos chinos:
      ->"Imitación contraproducente": que nos enseña (a través del relato de una chica bella y otra gorda), que la envidia aunque certera, siempre, nos muestra lo más superficial, pero hondamente dañina para el que la emite y no para el que la sufre.
      ->"La muerte del avaro": este cuento nos enseña, que una vez viejo, el que ha observado demasiado por sus intereses, sin tener en cuenta a los demás, muere de falta de empatía afectiva.

Siendo un poco más modernos que todos estos cuentos antiguos, ¿quién se atrevería a comerse un fluorescente, sin perder la vida en el intento o como mucho dejarse la salud? ¿Acaso eso, no nos permite ser todo lo miradores y observadores que queramos? Pues por eso, amigos, yo me atengo a las palabras de Rabindranath Tagore al respecto: "La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido".

Seamos un poco sensatos, que estamos en un medio que fluorece y no creo que a nadie le apetezca iniciar una guerra, por solo sombras o pensamiento, que de esa última no salió nadie bien parado.

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