Escribiendo sobre coherencias e incoherencias

Hoy es 1 de Noviembre y parece que no tengo que hacer nada más, puesto que os escribo con total libertad a cerca de lo que trata el título o de una parte de él. Pero, ¿cuál es la coherencia y dónde está la incoherencia?

La coherencia es que soy un chaval joven, con capacidad de expresarme por internet, lo cual denota que soy un afortunado para los 7000 millones de personas que habitamos en este planeta, de los cuales apostaría que la mitad no tienen ni para comer, lo cual me denota aun más privilegiado.


Verbigracia os diré que para algunos autores latinos antiguos (de los cuales omitiré el nombre por coherencia), la coherencia era la proximidad entre la vida y la muerte y una cosa, no se entendía sin la otra.

Por lo tanto, partamos de la base de que las cosas son en esencia coherentes según su proximidad entre la vida y la muerte, siendo así, por ejemplo, que un antiguo noble de la edad media era noble porque tenía más posibilidades de muerte por gota que cualquiera otro.

Por consiguiente, podremos entender que una persona es cani, si tiene más posibilidades de morir en una pelea por idioteces que cualquiera otro, que un artista tiene éxito, cuando su nombre es recordado por los años en el lugar en donde vivió o en el caso de que no tenga éxito porque muera comido por las deudas y de mala manera sin que nadie lo recuerde significativamente por sus obras, podemos saber que una persona es pija por el nivel de superficialidad que demuestra en sus quehaceres diarios, lo vano de sus palabras y su muerte en soledad. Podemos saber que alguien es friki, de verdad, cuando su vida a sido un infierno trufado de momentos cómicos, se que alguien es otaku cuando su vida a estado perdida en lo clasificado como alternativo sin un significativo aporte social, sabemos que es filósofo cuando ve en todo un amigo o una libertad, se que alguien es religioso, a tope, cuando muere sin descendencia. Y así sucesivamente.

Pero a primera vista, parece que surgen dos incoherencias:
       1ª)  ¿Hasta que punto tu muerte y continuidad, en otra vida, la determinan los demás?
       2ª)  ¿Y las mujeres, cómo computan en todo esto?

Para responder a la primera pregunta, tenemos que ejercitar un poco de lógica matemática, pero no os preocupéis, que es simple. Para empezar, todo el mundo sabrá lo que es un promedio y cómo todo lo que se sale de la muestra se sale fuera del promedio, pues así es, tu estás fuera del promedio, estás fuera de la muestra, ¿pero cómo es que dentro de la muestra sigue habiendo admiración? Fácil, se encuentran nuevos decimales que varían ligeramente el promedio y ya está, pero sigue siendo exactamente la misma "media".


Para responder a la segunda pregunta, hoy día tenemos a mujeres que no solo hacen el papel tradicional de la mujer (estar en casa y esperar a que se la empareje o se empareje, y para los que seáis feministas os recomiendo leer un rato de textos antiguos que no os vendrán mal), sino que hacen el papel de hombres, pasando a ser una ambivalencia de hombre-mujer, del todo pretendida, lo cual si no te has leído a autores comunistas del calado (los cuales omitiré por coherencia) lo encontrarás treméndamente injusto. Por lo tanto, si las mujeres no quieren seguir la coherencia de las mujeres y prefieren seguir la coherencia de los hombres para, por ejemplo, encontrar trabajo para sus familias ¿podrán los hombres seguir la coherencia de las mujeres para encontrar pareja? Eso en teoría es posible, pero en la práctica es del todo improbable, dada la actual situación que se da en nuestro país en temas como la violencia de genero (porqué no decir que hoy día se omite el genero y se pone única y exclusivamente a la mujer en esa violencia). Con lo cual, ¿qué le queda al hombre? Ir bajando, en teoría, su ranking de agresividad, haciéndose menos apetecible a las mujeres como hembras receptoras, con lo que se producen mayores tasas de muertes masculinas (como me vino a explicitar cierta profesora mía en la universidad, de la cual omitiré el nombre por coherencia), teniendo contentas a las mujeres con sus nuevas libertades y a los hombres con las muertes indirectas de sus competidores, estableciendo un círculo vicioso que llevará a la ruina a los más incautos y poco inteligentes.

Hoy día, me atrevería a reseñar que España no es un país de toreros y futbolistas y cada vez lo será menos, es un país de PAH y EMOS.

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