La emisora que nunca cambia

Hoy hablaré de una costumbre que nunca suelo contar a la gente que no conozco, que es escuchar la radio por las mañanas. En este caso, voy a hacer un símil con algo que va siendo desconocido para las generaciones actuales, que es la "violencia contra la mujer". Las mujeres son como los botones de las radios antiguas.

¿En que me baso yo para hacer esta afirmación? Pues que al igual que los botones de las radios antiguas, una mujer tiene que estar cambiando de emisora constantemente, entre babosos y maltratadores anda el tema y no es baladí este, ya que en los refraneros se solía decir esto: "A la mujer y a la burra, ¡zurra!, y si es sorda, mejor: así no oye los golpes", "el asno y la mujer, a palos se han de vencer", "cuando os pedimos, dueña os decimos; cuando os tenemos, como queremos" o como dice el refrán chino, "cuando vuelvas a casa, pega a tu mujer; si tú no sabes el por qué, ella sí".

Sin embargo, nosotros nunca cambiamos de emisora, siempre es la misma y no se desarrolla la inteligencia, la inteligencia que nos podría llevar a un modo de enfocar las cosas más armónico y no tan destructivo, porque a fin de cuentas quien no habla de corazón con las mujeres se destruye a si mismo. Y si bien es cierto, que yo estoy a favor del dolor como medio de superación, no estoy menos a favor de la ley de violencia de genero, la cual debería de desterrar, para siempre, viejos clichés como los que he mencionado, todavía omnipresentes en nuestra sociedad (con casos que me tocan de lleno en estos últimos años).

Por eso os digo que os neguéis al símil de la radio, con las mujeres, por amor propio. Si alguna vez os cruzáis con una mujer que os pida estos parámetros de conducta, sentid pena por ella, ya que no es la primera vez en la vida que me he cruzado con este tipo de mujeres y es penoso el estado al que se ven reducidas.

Una mujer no es un objeto y los viejos refranes que hablan de esto al respecto, deberían de quedar para el recuerdo, como las clásicas radios para los coches antiguos, piezas de coleccionista de un pasado que ya no volverá.


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