Las deudas y el silencio

No es mi intención daros el latazo con alguna penuria ajena, sino más bien daros a pensar en una palabra que define muy bien estos seis últimos años en España, una palabra que no existe en Castellano, llamada defoeneratus, que viene a ser, cuando uno esta entrampado y lleno de deudas. También el efecto que este silencio provoca, que es el del deflo o soplar, menospreciar o desinchar.

Leyendo esta semana, me he encontrado con dos cuentos, cuanto menos curiosos, uno es hindú y otro chino que tratan (uno una historia normal y otro una historia de amor) sobre como los hijos se esfuerzan en comprender a los padres y como estos deseos interfieren en negocios, bodas y formación.

El primero de ellos, "la elocuencia del silencio" muestra como la inenarrable mente de un padre hace cabalas con la formación de sus hijos, antes de que estos hayan ido siquiera a formarse, lo innombrable es la formalidad, carácter que cuesta encontrar hoy día en cualquier persona tenga o no tenga formación (sea esta mística o no).

El segundo cuento, "la décima hermana Du", viene a decirnos: trata de manera despreocupada el amor y los negocios, y por muy "puta" que sea la vida, no te vas a escapar del juicio crítico de los demás hacia tus actos, ya que estos pesan y tienen consecuencias tangibles para todos.

Todos tenemos la certeza de que somos afortunados en el amor, ya sea de un padre, una novia (por muy puta que sea) o de nuestros amigos, pero a la hora de la verdad, quien de verdad vale, ha de mirar, más allá de los sentimientos erógenos, hacia lo que de verdad importa que es la digna vida del que amamos o nos ama.

El silencio puede ser una gran medicina, la dicha entre las exhalaciones puede ser enorme, pero ver como alguien se desarrolla siendo comprendido es una de las grandes satisfacciones que puedas tener como ser humano, porque no solo te habrás superado económicamente, sino que te habrás superado a ti mismo como persona.

¡Se eros, no un salido!

Comentarios