Sobre la Ley y Dios ¿cuándo emana la injusticia?

No es mi intención dar a entender algo, así que espero que saquéis hoy algo en claro, como lo he sacado yo de estos dos cuentos orientales:

1º)  A cada uno su respuesta: Un joven discípulo solicitó al Maestro Iluminado el asistir en silencio a las entrevistas que éste concedía a aquellas personas que iban en busca de su consejo y sabiduría.
La primera visita fue la de un hombre que preguntó:
-Maestro, ¿Dios existe?
-Sí -fue la lacónica respuesta.
En la segunda visita una mujer también preguntó:
-Señor, ¿Dios existe?
-No -fue en esta oportunidad la contestación.
En la tercera visita un joven interrogó:
-Iluminado, ¿Dios existe?
En esta ocasión, el Maestro guardó silencio, y el joven se marchó sin una respuesta a la pregunta formulada.
El discípulo, desconcertado por la extraña conducta del Maestro, no pudo por menos que preguntarle:
-Señor, ¿Cómo puede ser que a tres preguntas iguales hayas respondido de modo diferente cada vez?
-Lo primero que has de saber -contestó el Maestro- es que cada contestación va dirigida a la persona que pregunta y por tanto no es para ti ni tampoco para nadie más. Y lo segundo es que he respondido de acuerdo con la realidad y no con las apariencias. En el primer caso se trataba de un hombre en el que mora la divinidad pero que ahora vive un momento de oscuridad y duda, por eso he querido apoyarlo. El segundo caso se trataba de una mujer beata apegada a las formas externas de la religión que ha descuidado a su familia por atender el templo, y por ese motivo es bueno que aprenda a encontrar a Dios entre los suyos. El tercer caso se trataba sólo de alguien que ha venido a verme por curiosidad y sencillamente ha improvisado esa pregunta como podía haber hecho cualquier otra.

2º)  Una historia sobre la verdad: Cuentan que un rey, obsesionado por los conceptos de verdad absoluta, verdad relativa y mentira, ordenó que todo aquel que en su reino no dijera absolutamente la verdad, fuera ahorcado.
Ese mismo día un santo con fama de loco se presentó ante el rey y dijo:
-Majestad, según tu decreto, hoy me ahorcarás -y riéndose a carcajadas se marchó.
El rey quedó completamente confundido. Si lo ahorcaba, estaría ejecutando a alguien que habría dicho la verdad. Si no lo ahorcaba, dejaría escapar a un mentiroso.
Inmediatamente dio orden de derogar el decreto.

La injusticia es algo inmanente al hombre, mientras más se tarde en comprender peor será.

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