Dando caza a los mentirosos

La intención de lo que voy a poner va como prueba a los más "enterados" en cuentos y refranes y por supuesto en la vida, ya que como bien se reza: "de quien se ausenta nadie echa cuenta" o "si te fuiste, hazte cuenta que moriste". Por lo tanto, como los niños chicos, miraros las manos y comprobad.

"Tras la denuncia de un robo, varios sospechosos fueron detenidos y sometidos a interrogatorios. Rechazaron unánimemente haberse involucrado en el caso y se declararon todos inocentes. Como no había pruebas, ni testigos que pudieran comprobar su culpabilidad, el juez iba a soltarlos cuando se le ocurrió una buena idea. Les dijo entonces a los detenidos:
-Fuera de la ciudad hay un templo budista famoso por su campana misteriosa. Fue obra de unos monjes muy inteligentes y es capaz de distinguir la verdad y la falsedad. Nunca ha fallado. Ahora veo que no tenemos más remedio que acudir a la sabiduría y la magia de nuestros antepasados para aclarar el caso.
Antes de salir, dispuso secretamente que se adelantara su ayudante para preparar la campana. Luego llevó a los presos al recinto sagrado. La campana mágica se encontraba en la parte posterior de la sala de los Reyes Celestiales. El juez hizo una reverencia solemne a la campana, tras lo cual ordenó a los presos ponerse de rodillas para rendirle el máximo respeto. Luego se dirigió a los presos.
-Para comprobar vuestra inocencia no tenéis más que entrar en la sala, poner la palma de la mano en la campana y decir mentalmente: "Yo no he robado". Si realmente es así, la campana se mantendrá silenciosa. Pero si es mentira lo que decís, se oirá una fuerte resonancia, con lo que atestiguaremos vuestra culpabilidad. Ahora pasad uno a uno al interior de la sala y haced lo que os he dicho.
Los presos entraron individualmente para tocar la campana y jurar inocencia. Dentro de la sala había muy poca luz y no se veía muy bien la actuación de los detenidos.
-Al cabo de un buen rato, salió el último preso, sin que la campana denunciadora sonara ninguna vez. Relajados y evidentemente satisfechos de la prueba, los presos esperaban que el juez los pusiera en libertad. Sin embargo, el juez ordenó:
-¡Enseñadme las manos!
Los presos le obedecieron sin saber el motivo. Allí comprobó el juez que todos tenían las manos manchadas de tinta negra, excepto uno que las tenía limpias. El juez lo señaló, afirmando con tono tajante:
-¡Tú eres el ladrón! ¡Además, me has mentido!
El señalado trató de defenderse con una voz temblorosa:
-No, señor, no... no he robado nunca.
El juez se echó a reír a carcajadas:
-A decir verdad, la campana no sabe distinguir entre verdad y la falsedad. Pero yo he dispuesto que la pintaran de tinta negra. Los que tuviesen la conciencia limpia, no tenían por que temer, por lo que tranquilamente han puesto las dos manos en la campana para demostrar su inocencia. Sin embargo, tú, vergonzoso ladrón y mentiroso, no te has atrevido a tocar la campana por el temor a revelar tu vil condición. Por eso tienes las manos sin ninguna mancha negra" (La prueba de la campana).

Por lo tanto, quien entre en tus redes sociales o en tu vida como un ladrón, sin tu permiso o sin el respeto debido, no solo no tiene información fiable, sino que él o ella no son de fiar.

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