Garanites. La importancia del cuello como verdad de vida

Una de las partes menos tenidas en cuenta a la hora de seducir a la gente pudiera ser, hoy día, el cuello, pero más allá de lo que parezca, una buena cerviz puede ser tan agradable o desagradable en un hombre como el cuello de una mujer. Antiguamente, tener un cuello muy desarrollado era indicativo de que eras un cervix y por lo tanto eras una persona que, en contraposición de una persona que trabajaba mucho, por lo cual lo tenía hecho polvo o quien no trabajaba nada y lo tenía impoluto, trabajaba por conveniencia y por lo cual solo se debía a él.

Famoso fue el cambio de tendencia que inició Arnold en los años 80 y 90 del siglo pasado, arrastrando a muchos jóvenes de las ciudades a los gimnasios para trabajarse a conveniencia.


Los motivos por los cuales se denostaba un cuerpo y un "cuello" trabajado a voluntad, eran, más bien, la incapacidad de saber a ciencia cierta la verdad a simple vista de una persona, con lo cual se podría decir que eras una persona poco clara y más bien un hipócrita ya que te limitabas a actuar con tu cuerpo lo que no actuabas en el día a día. Con lo cual, a una persona de cuerpo trabajado le correspondía una vida de trabajo duro y cuidado bien sabido y si su condición no era tal sino un esfuerzo consciente por tal, debía de ser rechazado por mentiroso.

Esta forma de pensar, se puede encontrar en libros como el Satiricón de Petronio, que, en su parte 86, da a entender que la perfección era consecuencia de regalos o favores especiales por parte de los poderosos, que los querían hacer suyos por la verdad que reflejaban en estos.

Por lo tanto, hoy día, en una democracia que se acrecienta en centímetros abdominales y pasividad, nos mentimos constantemente como trabajadores de nuestro cuerpo y nuestra mente, parada e inmóvil por la coacción de nuestros líderes y nuestra pétrea perfección, los cuales parece que dejaron de preocuparse por el delicado equilibrio del ser humano como yo en dinámico, eso unido a una cultura de la mentira que tratamos de desmentir y negar, en vez de acabar con ella.

Hubo una piedra que recogía toda la sabiduría de lo que es un cuerpo 10, la Garanites, parecida al cuello de una grulla, porque la finura y la delicadeza son la mayor verdad sobre la historia de una persona que merece favores y tratos adecuados.

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