"Y niegan con rotundidad que por culpa de un pueblo indómito deba rechazarse todo gobierno de un pueblo libre: nada es más estable, nada es más seguro, que un pueblo que goza de concordia, donde toda cuestión se somete a su seguridad y a su libertad; y la concordia es facilísima en un Estado en el que todos se guían por un interés común; mientras que las discordias nacen de las divergencias de intereses, cuando difiere el de unos y otros. Por eso cuando los patricios acaparan el poder, la situación política nunca ha sido estable; y mucho menos en las monarquías, en las que, como dice Enio:
"No hay lealtad ni alianza sagrada".
Porque, como la ley es el vínculo de la sociedad civil, y el derecho de la ley, igual para todos, ¿con qué derecho puede mantenerse una sociedad de ciudadanos, cuando se quiere igualar la riqueza, si no es posible equiparar las capacidades intelectuales de todos, sí deben ser iguales los derechos de los que son ciudadanos en un mismo Estado. Porque, ¿qué es una comunidad política, sino una sociedad de derecho...?" (Cicerón; La república, Libro I, nº49).
"No hay lealtad ni alianza sagrada".
Porque, como la ley es el vínculo de la sociedad civil, y el derecho de la ley, igual para todos, ¿con qué derecho puede mantenerse una sociedad de ciudadanos, cuando se quiere igualar la riqueza, si no es posible equiparar las capacidades intelectuales de todos, sí deben ser iguales los derechos de los que son ciudadanos en un mismo Estado. Porque, ¿qué es una comunidad política, sino una sociedad de derecho...?" (Cicerón; La república, Libro I, nº49).
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