Extracto sobre la "sociedad abierta y sus enemigos".

"[...] He aquí un extracto del discurso de Calicles en el Gorgias: "Las leyes son elaboradas por la gran masa del pueblo que se compone principalmente de hombres débiles. De este modo, hacen las leyes... a fin de protegerse a sí mismos y a sus intereses, y tratan de disuadir a los más fuertes... y a todos los demás que podrían estar mejor capacitados para ello de hacerlo... y califícan de "injusticia" la tentativa de un buen ciudadano de beneficiar a su prójimo, y además, puesto que son conscientes de su inferioridad, se declaran contentísimos con sólo obtener la igualdad". Si examinamos esta síntesis haciendo abstracción de aquello que obedece al abierto desprecio y hostilidad de Calicles, entonces hallaremos todos los elementos de la teoría de Licofrón, a saber: igualitarismo, individualismo y protección contra la injusticia [...].
Al propio Calicles no le gusta el proteccionismo; se muestra más bien en favor de los derechos "naturales del más fuerte. Es sumamente significativo que Sócrates, en su argumento contra Calicles, salga en defensa del proteccionismo, llegando incluso a identificarlo con su propia teoría de que es mejor padecer la injusticia que cometerla. Así, dice por su ejemplo: "¿No es la mayoría de opinión (como acabas de decir) de que la justicia es igualdad? ¿Y asimismo de que es más doloroso infligir una injusticia que padecerla?"; y más adelante: "la naturaleza misma, y no ya la simple convención, afirma que infligir una injusticia es más doloroso que padecerla y que la justicia es igualdad" [...].
[...] ahora a la República, donde Glaucón presenta al proteccionismo como una nueva versión, lógicamente más rigurosa pero éticamente idéntica, del nihilismo de Trasímaco. "Mi preocupación (expresa Glaucón) se concentra en el origen de la justicia y en lo que ésta sea en realidad. Según algunos es por naturaleza algo excelente infligir injusticias a los demás, pero no así padecerlas. Sin embargo sostienen que el perjuicio acarreado por el padecimiento de una injusticia excede con mucho el placer de infligirla. Sucede, entonces, que durante algún tiempo los hombres infligen injusticias unos a otros y, claro está, también las sufren, llegando así a conocer perfectamente el gusto de ambas. Pero, en última instancia, aquellos que no sean lo bastante fuertes para rechazarla o para disfrutar de su práctica, deciden que es más provechoso comprometerse por medio de un contrato, con el fin de asegurar que ninguno de ellos habrá de cometer injusticias o padecerlas. Tal la forma en que se establecieron las leyes... Y tal el origen y la naturaleza de la justicia de acuerdo con esa teoría".
[...] recuerda considerablemente el discurso de Calicles en Gorgias. Y no obstante, Platón ha efectuado un cambio completo de frente. La teoría proteccionista ya no es defendida aquí contra la acusación de hallarse basada en un cínico egoísmo; al contrario. Nuestros sentimientos humanitarios, nuestra indignación moral (incitados anteriormente por el nihilismo de Trasímaco) son utilizados para convertirlos en enemigos irreconciliables del proteccionismo. Esta teoría, que en el Gorgias había sido presentada con un carácter humanitario, se nos aparece ahora con las características totalmente opuestas, como el fruto de la repelente y despreciable doctrina de que la injusticia es algo muy bueno... para aquellos que pueden eludirla. Y Platón no vacila en insistir sobre este punto. [...] Y, lo que es aun más importante, de que todas las formas de individualismo se reducen, en definitiva, a una sola cosa: el egoísmo. Pero lo extraordinario es que no sólo convenció a sus admiradores sino también, incluso, a sus adversarios y, en particular, a los defensores de la teoría contractual. Desde Carnéades a Hobbes, éstos no sólo adoptaron su fatal exposición historicista, sino también las afirmaciones de Platón de que la base de la teoría consistía en un nihilismo ético. Es importante comprender, sin embargo, que todo el ataque de Platón contra el proteccionismo se reduce a atribuirle una supuesta base egoísta, y si se considera todo el espacio dedicado a dicho ataque podremos suponer, sin temor a equivocarnos, que no fué por reticencia, ciertamente, por lo que no esgrimió ningún otro argumento mejor. Con la táctica platónica, el proteccionismo estaba condenado a ser rechazado por nuestros sentimientos morales como una afrenta a la idea de justicia y a nuestros sentimientos de decencia.
Tal el método empleado, pues, para destruir una teoría que no sólo constituía un peligroso rival de la suya, sino que representaba el nuevo credo humanitario e individualista, es decir, el archienemigo de todo lo que era más caro a Platón. El método es hábil; su asombroso éxito así lo prueba. Pero no sería justo si no admitiese francamente que, a mi juicio, además de hábil es deshonesto. En efecto, la teoría atacada no tiene por qué partir de otro supuesto que no sea el de que la injusticia es un mal y que, por lo tanto, debe ser evitada y puesta bajo control. Y, por otra parte, Platón sabía perfectamente que la teoría no se hallaba basada en el egoísmo, pues en el Gorgias la diferenciaba claramente de la teoría nihilista, de la cual se la hace "derivar" en la República.
[...] la teoría platónica de la justicia, tal como ha sido expuesta en la República y otras obras posteriores, constituye una tentativa deliberada de sofocar las tendencias igualitarias, individualistas y proteccionistas de la época, para restablecer los principios del tribalismo sobre la base de una teoría moral totalitaria. Al mismo tiempo, Platón se muestra fuertemente impresionado por la nueva moralidad humanista, pero en lugar de combatir al igualitarismo con argumentos, elude su discusión. Sin embargo, esto no le impide recurrir a los sentimientos humanitarios, cuya fuerza conoce perfectamente, y ganarlos para la causa del gobierno totalitario de clase, a cargo de una raza naturalmente superior.
[...] Pero eso no es todo aún. A través de su insistencia en las prerrogativas de clase, la teoría platónica de la justicia plantea el problema: "¿Quién debe gobernar?", colocándolo en el centro de la teoría política. Su respuesta es que deben hacerlo los más sabios y los mejores. Pero, ¿no modifica esa excelente respuesta todo el carácter de su teoría?"

(Karl R. Popper; La sociedad abierta y sus enemigos; El programa político de Platón, La justicia totalitaria, VIII).

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