El fin del cielo y la tierra

Acontece, que de vez en cuando leo filosofía del Lie-Tse, de esa supuesta filosofía infantil que asume el autor para explicar las cosas, según la visión del Tao, redundando, a los más pequeños. Pero como me pasa a menudo cuando leo este libro, hay detalles que solo una mente experta o con capacidad para regresar a la infancia es capaz de ver.

El cuento se llama "preocuparse por la caída del cielo", en el cual, se relata la historia de un anciano, que temía que se le cayera el cielo encima y como tres sabios (un amigo, Chang-lu y Lie-Tse) intentan aplacar sus inquietudes de la mejor manera. El primero de ellos le dice que es imposible que el cielo se caiga, ya que este está hecho de vapor y lo tenemos por todos los lugares que nos rodean, a lo que el viejo contesta que el mundo y las estrellas se podrán caer o fracturarse. El segundo, Chang-lu el eremita, le dice que el mundo está compuesto de vapor y polvo (lo que se llama materia), y si es así ¿quién no podría ser destruido? pero que no era bueno preguntarse por cosas que tardarán en suceder, terminando, este segundo, en que no andaba tan desencaminado este anciano. El tercero, Lie-Tse, lo oyó y dijo bromeando: "El maestro Chang-lu piensa que el cielo y la tierra pueden ser destruidos. Yo creo que está equivocado. No tiene ningún sentido pensar sobre si el cielo y la tierra pueden o no ser destruidos. El que desaparezcan o no es algo que nosotros no podemos saber. Que el cielo y la tierra no desaparezcan es algo estupendo. Podemos vivir nuestra vida sin preocupación. No obstante, el hecho de que desaparezcan algún día es algo que ignoramos totalmente, entonces ¿por qué preocuparse de ello? Mientras vivimos, no sabemos cómo es estar muertos. Igualmente, cuando estamos muertos, no sabemos cómo es estar vivos. Aquellos que acaban de nacer ignoran cómo fue para aquellos que vivieron antes de ellos. De igual modo, aquellos que vivieron antes que nosotros no pudieron saber cómo es vivir en nuestra época. En consecuencia, ¿por qué dejar que ocupe nuestra mente la cuestión de si el cielo y la tierra desaparecerán?"

Esta sería la filosofía tendente a la mujer, pero ¿cuál es su anclaje filosófico? Estarían en los hexagramas 1 y 2 del I-Ching o lo que es lo mismo, lo creativo (qian) y lo receptivo (kun). Para lo creativo, el tiempo de vida será largo y feliz, habrá que atender a la alimentación y al estilo de vida o la salud se verá afectada, prestando atención al pecho y a los males de cabeza y el tiempo será despejado. Para lo receptivo, el tiempo de vida será débil, pero cuidándose se vivirá mucho, el tiempo será nublado o lluvioso.

Si hay algo que me gustó de la filosofía de hombre (aparte de la defendida por el amigo del viejo de Chi), es lo que dijo Confucio (analecta 8.13): "El Maestro dijo: "Mantened la fe, amad el conocimiento, defended la buena Vía con vuestra vida. No entréis en un país inestable; no residáis en un país revuelto. Brillad en un mundo que sigue la Vía; ocultaos cuando el mundo la pierde. En un país en el que prevalece la Vía es vergonzoso permanecer pobre y anónimo; en un país que ha perdido la Vía, es vergonzoso convertirse en alguien rico y recibir honores"".

Entonces, surgen las siguientes preguntas, ¿creatividad (hombre) o receptividad (mujer)? ¿Es malo mezclar creatividad con receptividad y viceversa? ¿nos vuelve vulnerables? ¿Cómo aplicamos las palabras de Lie-Tse y Confucio?

Para empezar, hay que escoger alguno de los dos caminos, no siendo uno peor que el otro y eso no lo hacemos nosotros, a no ser que desoigamos las palabras de Lie-Tse. No es malo mezclar creatividad y receptividad en una misma persona, eso si, puede hacernos vulnerables y desprotegidos (cosa que se debían de anotar los de la ley de violencia de género) en el sentido de que se rompen los esquemas de hombre-creación y mujer-recepción, haciendo, como bien se me ha dicho hoy, que el hombre y la mujer sean vulnerables al no haber seguridad en los roles a nivel social. Lie-Tse apuesta por una total integración en la filosofía de la mujer y Confucio en la del hombre, siendo que el cielo y el mundo no tienen tanto que temer (lo cual puede que alivie de primeras).

Sin embargo, veo ciertas estas palabras de Jocho Yamamoto en el Hagakure, las cuales aplicaría al hombre viejo que teme: "Está bien considerar al mundo como un sueño. Cuando se tiene una pesadilla y uno se despierta, se dice que aquello no fue más que un sueño". Por lo tanto, ante las debilidades, uno se fortalece.

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