Puntualidad

¡He fallado! Reconozco que algún día, en mi senda, debía de haber fallado ¿por qué lo digo? Lo digo por el Koan de "la puntualidad de Hsüeh-fêng". Este relata así:

"Hsüeh-fêng, el monje cocinero del monasterio de Tung-shan, siempre era puntual al servir el desayuno. Un día Tung-shan le preguntó: "¿Cómo sabes la hora con tanta exactitud?". "Miro las estrellas y la luna", contestó Hsüeh-fêng. "Y si llueve o está nublado, ¿Qué haces entonces?", insistió Tung-shan, pero Hsüeh-fêng permaneció en silencio".

Viene a decir que todos los que no controlan el tiempo sin relojes son controlados por este mismo tiempo. He ahí por lo que he fallado, sin lugar a dudas. Controlo cada vez menos cosas sin el ordenador o el teléfono móvil, cada dos por tres estoy escribiendo en vez de memorizando y solo me levanto temprano, por inercia, cuando tengo que hacer algo importante.

Esta esquemática, que he descrito, se puede aplicar a una amplia mayoría de personas, que tienen unos ritmos de vida descontrolados y que cada vez dependen más de las máquinas para funcionar en su día a día.

Pues bien, concluyamos que todo, más allá del silencio, es inoperante. Salgamos o no salgamos de dudas, el hacernos cargo de las cosas, sin tanta electricidad, es una meta más que loable, ya que nos permite tener más control de todo lo que acontece a nuestro alrededor.

¡Sed un poco más primitivos, os irá bien!

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