¡Espabila, nada es para siempre!

Cuando el clamor de la lectura llama, el ruido de la vida y la muerte desaparecen. Páginas y páginas he escrito sobre temas filosóficos desde el punto de vista material, pero, en cuanto a la materia de la vida, pocas páginas las tengo presentes.

Dice el refrán que "por San Patricio, asoma la primavera por un resquicio" y la primavera debe de haber entrado por mi vida. Después de un verano, el año pasado, de calor, que se ha conservado hasta fechas relativamente recientes, me he acostumbrado temprano al frío como novedad.

Pero es, quizá, la reticencia que tenemos los seres humanos a perder la seguridad y el calor, cuando el tiempo es adverso, lo que creo que me está jugando malas pasadas. Pues si el invierno es una etapa intimista, la primavera es una etapa explosiva y, como tal, hay que saludarla.

En primaveras pasadas han volado muchos de mis esquemas más afianzados o la seguridad en los mismos se ha visto cuestionada. Es como si, en España, se dijera todos
los años por estas fechas de primavera:


¡Espabila, nada es para siempre!

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