La oportunidad perdida

Una joven pastora regresaba de los pastos cuando en el sendero por el que caminaba se encontró de frente con uno de esos vagabundos hirsutos que merodeaban por los caminos del Tíbet de antaño. El vagabundo se dirigió a ella con estas palabras impúdicas:
-Oh, joven moza, tan bien hecha como una "dakini", te ruego, si sientes un poco de compasión por un alma en pena, ofréceme el refugio de tu puerta de abajo. Obtendrás a cambio alegría y grandes reconocimientos. Confía en mí, levanta tus faldas, no tengo tiempo de contarte más.

La virgen, sonrojada, se levantó las faldas, pero para correr mejor hacia el pueblo mientras gritaba como una oca salvaje.
La bella chica llegó traumatizada a su casa y le contó a su madre su desgraciado encuentro. Ésta escuchó su descripción del hombre que le había hecho esa peculiar proposición. Entonces la madre dijo:
-Es un "naldjorpa", un yogui errante, y debe ser el famoso Drougpa Kounley. Le llaman el Loco Divino. Muchos dicen que es un inútil. Algunos, incluidos los grandes lamas, afirman que es un "bodhisattva" que sólo actúa por compasión, y que no tiene otro objetivo que ayudar a los seres a despertarse y a liberarse del "samsara". Unirte a él te habría podido dar un buen "karma". Puede que aún no sea demasiado tarde... Intenta encontrarlo.
Animada por su madre, la virgen retomó el camino de los pastos. Encontró a Drougpa Kounley contemplando el ruidoso apareamiento de un burro y una burra. Se acercó tímidamente al yogui levantando abiertamente sus faldas.
-Es demasiado tarde -dijo Kounley con una sonrisa triste-. Has perdido tu oportunidad. No creas, belleza mía, que quería perforar tu loto sólo para nuestro placer. No, verás, intentaba ayudar a mi hermano, que se había metido en problemas. Gracias a sus méritos, acumulados en vidas anteriores, se convirtió en un abad de un rico monasterio. Como no hizo otra cosa que pavonearse, balbucear distraído las oraciones y buscar placeres que su situación permitía satisfacer, y como tampoco obró por su Despertar ni por el bienestar de los seres, su "karma" se oscureció de manera considerable. Por esa razón, después de su funeral, seguí su espíritu para intentar guiarlo en el Bardo, el mundo intermedio, hacia un nacimiento que no fuera muy bajo. ¡Pero el pobre diáblo no me hizo caso! Su espíritu lúbrico lo llevaba hacia lugares poco propicios para una buena reencarnación. Tú eras mi última esperanza, pues esperaba que nuestros retozos lo atrajeran y lo hicieran entrar en la matriz. Habría tenido así la suerte de renacer en un precioso cuerpo humano. Habría podido entonces educarlo y devolverlo a la senda del "Dharma". Pero, desgraciadamente, ese palurdo acabó dejándose seducir por este apareamiento animal y renacerá en el cuerpo de un asno. En cuanto a ti, joven moza, has cortado el único vínculo kármico que existía entre nosotros y no has demostrado tener las cualidades de una "dakini". No puedo perder más tiempo contigo.
El "bodhisattva" se sacudió el polvo de la ropa y retomó sus andanzas por el País de las Nieves, llevado por los caballos del viento, guiado por sus visiones, hacia mejores candidatos al Despertar.

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