Cuentos jasídicos (I)

->Como una vasija.
Dijo Rabí Héshel:
"Un hombre debería ser como una vasija, que recibe gustosa lo que su dueño vierte en ella, sea vino o vinagre".

->El alma.
En el Día del Perdón, cuando Rabí Abraham Iehoshúa recitaba la Avodá, la oración que repite el servicio del sumo sacerdote en el Templo de Jerusalén, al llegar al pasaje que dice: "Y así habló", nunca pronunciaba estas palabras, sino: "Y así hablé". Porque no olvidaba el tiempo en que su alma estaba en el cuerpo de un sumo sacerdote en Jerusalén, y no necesitaba aprender de otros cómo habían servido en el Templo.
Una vez él mismo contó: "Diez veces estuve en este mundo. Fui un sumo sacerdote, un príncipe, un rey. Fui diez clases diferentes de dignatario. Pero nunca aprendí a amar con perfección a la humanidad. Y por consiguiente fui enviado una y otra vez para perfeccionar mi amor. Si tengo éxito esta vez, no volveré jamás".

Comentarios