El anciano

"Érase que se era un hombre llamado Huang An. Ya tendría más de ochenta años de edad y sin embargo tenía la apariencia de un joven. Se alimentaba de cinabrio. Además iba desnudo e incluso en invierno iba sin traje. Se sentaba en una tortuga de tres pies de largo. En una ocasión le preguntó alguien: "¿Qué edad tiene la tortuga?". El respondió: "Cuando Fu Hi encontró la red y las nasas, capturó esta tortuga y me la regaló. En ese tiempo he vuelto su caparazón casi plano a fuerza de sentarme en ella. Este animal tenía miedo de la luz de la luna y del sol; por eso sólo sacaba la cabeza una vez cada dos mil años. Desde que yo la tengo, ha sacado la cabeza ya cinco veces". Con estas palabras, se echó a hombros la tortuga y se marchó.
Sin embargo se difundió la historia de que el hombre tenía diez mil años".

Obviamente, esta historia tiene un trasfondo fantástico, pero al mismo tiempo nos da a comprender uno de los aspectos más recónditos de la cultura china, la perdurabilidad de los ritos tal y como aventuraba Confucio en sus analectas.

El cinabrio es altamente tóxico al ser ingerido, por ello es de lógica pensar que su valor es meramente metafórico, ya que dicho mineral puede representar la resistencia del pueblo chino a la influencia exterior.

La tortuga, desde épocas remotas viene a decir lo que se sostiene del mundo (recordemos a la diosa creadora Nu Wa y su visión de la creación). Por lo tanto, si sostiene la tortuga al viejo, es a la humanidad, en sí misma, la que sostiene. También podemos pensar, que la humanidad hace plana a la tierra (tortuga) con su imaginación y que es capaz de llevarla sobre sus hombros.

Cuando la tortuga saca la cabeza, indica la cantidad de veces, estimada, que la cultura china ha sacado la cabeza al mundo, como tal, y es una estimación bastante apreciada de la antigüedad de la misma.


En mi tierra hay un refrán que dice "come como un viejo y llegarás como un joven".

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