El puñado de polvo (cuento peul)

"En una aldea vivía un hombre tan rico que despilfarraba el dinero; también le gustaba sentarse delante de su casa. Cada mañana veía a un pobre hombre pasar delante de su puerta: iba a la sabana a coger leña que después vendía para alimentar a su familia.
Un buen día, el ricachón le dijo al pobre:
-Cada día te veo pasar delante de mi casa. Tu pobreza me da lástima. A partir de ahora, vendrás cada mañana a pedirme el dinero que necesites para mantener a tu familia. Así no tendrás que ir al bosque a buscar leña.
A la mañana siguiente, el buscador de leña se presentó ante el ricachón, lo saludó y esperó.
-¿Cuánto necesitas para pasar el día? -preguntó el ricachón metiendo la mano en el bolsillo.
-Dame un puñado de polvo, eso bastará -respondió el pobre.
El ricachón, sorprendido y desconcertado, se agachó, cogió un puñado de polvo del suelo y se lo dio a su protegido. Éste le dio las gracias como si acabaran de entregarle un puñado de metal precioso y, luego, como de costumbre, se fue a trabajar.
Al día siguiente, el hombre pobre se detuvo ante la puerta del ricachón y le volvió a pedir un puñado de polvo. El ricachón se lo dio.
Y así durante algunos meses, sin ceremonia ni problemas. Pero un buen día, cuando el vendedor de leña se presentó para pedir su puñado de polvo, el ricachón contestó malhumorado:
-¡Escucha, amigo! Si quieres tu puñado de polvo, tómate la molestia de agacharte y recogerlo tú mismo. ¡Ya me estás cansando!
Al oír estas palabras, el vendedor de leña se echó a reír:
-¡Oh, hombre rico! -exclamó-. Mírate, irritado por el simple hecho de darme un puñado de polvo que sólo te cuesta el esfuerzo de agacharte para recogerlo. ¿Qué ocurriría si cada mañana te tendiera la mano para que me dieras una moneda de plata?
>>Deja que sea yo quien mantenga a mi familia. El sudor de mi frente nunca se molestará por lo que me da cada día, pero cualquier otro se sentirá así tarde o temprano".

La palabra "¡Toma!" siempre acaba por cansar a quien la dice. Aunque no pesa, si se dice durante demasiado tiempo acaba pesando.

En tiempos como los de ahora, de rescates bancarios y ayudas económicas, un puñado de tierra, ante los problemas económicos, está más que comprobado que es suficientemente efectivo para reflotar a un país.

A nivel personal, no es la primera vez que en el trabajo me cruzo con el nuevo sistema operativo Windows 10, que, para el simple hecho de ver las fotos, te pide que instales una App para dicho proceso. Muchas de las Apps son de pago y me extraña que, en un futuro, las Apps no se conviertan en programas que, además de sorber tus datos por internet, te pidan cuantiosas prestaciones económicas, como la mayoría de las dichas que son fraudulentas o te resten funciones para tu ordenador o Smartphone, como es el caso de la nueva de FB, "Moments".

La alianza entre la cultura pop descerebrada y el nuevo mercadeo internauta, amenaza en convertir en "polvo de regalo" a la clase media. De aquí a nada, veo que los niños van a ser de dos velocidades, los que tengan conocimientos de informática y dinero y los que, como el leñador, sean cada vez más pobres y explotados.


El trabajo dignifica y si bien es cierto que el "toma" o donación pueda cansar a cualquiera, ser generoso o tener un gesto, no debería de durar meses, sino lo más posible si estamos en necesidad.

Por eso es por lo que no puedo estar a favor de posiciones judías y resentidas. Porque el mundo de la economía tiende a ser estático y el de los ordenadores, al ser un sistema que viene de los pesos, lo mismo.


África no nace de la estupidez, sino del afán de dominio de unos pocos sobre una inmensa mayoría desprovista de lo más elemental.

Saludad a la africanización del mundo por los de siempre.

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