Reflexión de 28-09-2016

¡Hola!

Quizás pierdas cinco minutos leyendo esto, pero te prometo que serán los cinco minutos mejor aprovechados que podrás tener en una lectura de blog. Hoy me gustaría contaros mi experiencia con el blog. Como podréis observar nunca he sido un gran blog, ni un gran filósofo, ya que en mi carrera había filosofía, pero la justa. Eso me ha hecho plantearme las cosas desde un punto de vista explorador y sobre todo, filantrópico.


En este blog os he ido poniendo lo que sé en este tiempo en el que me he dedicado a explorar los diferentes autores y campos filosóficos e idelógicos, a través de referencias en comentarios que he hecho en las redes sociales con más o menos tino o tiento, también he sido de los que colgaban experiencias personales (pocas) y reflexiones al margen.

Cuando hice mi blog, me planteé que fuera un blog denuncia, al estilo de los que pueden circular por otras plataformas o uno de vivencias (las cuales, también, tengo algunas). Todo eso me parecía super-aburrido y pedante. Tratar de aleccionar a los demás, en ámbitos de la vida que deberían de ser exclusivamente de su disposición, es una soberana candidez. Pero aun más cándido, me pareció lo que muchos tratan de hacer todos los días con tal de rascar unos cuantos centimos de la hacienda de YouTube, no obstante también probé a hacer unos cuantos vídeos de formato sencillo con los distintos ordenadores que tengo.

La labor del filósofo debiera de ser como la de un padre que cuida de sus hijos con suma diligencia. No la de un redescubridor de mundos axiológicos, prudentemente olvidados para la seguridad de todos. Por eso creo que la pregunta filosófica evidente es ¿qué puedo hacer por vosotros, en este blog? Y no ¿cuánto tiempo puedo tener sumergida mi mente en las vanalidades de mi pensamiento?.

Los resultados de pensar de este modo tan obvio y útil están en lo que he progresado como persona, no como entidad lúdica, lo mucho que ha mejorado mi vida, y la de los que tengo a mi alrededor, y la desmitificación de algunos horizontes de mi pensamiento.


Me decía mi hermano, hace unos días, que quien elige la noche para contar algo, lo hace desde la desinhibición y quien elige el día desde el respeto (de estos temas psicológicos sabe más él que yo). He pasado múltiples etapas de inhibición y desinhibición a lo largo de mi vida y creo aun más en este poder de lo que vosotros pensáis, ya que una mala noche, como la que he pasado, puede hacer que veas el mundo de otra manera.

No tengo nostalgia por tiempos pasados, cualquier tiempo que entró en el pasado se quedará ahí para lo que queda.


Espero que os haya gustado esta pequeña reflexión y aun más, comprobar que aún sigo vivo.

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