De la importancia de la gratitud

-Post de FH.
Curiosas estas líneas de los "Textos políticos" de Calvino, que acaba de publicar Tecnos. "Es cierto que un rey, o cualquier otro al que corresponda la autoridad, fácilmente degenera en tirano. Pero cuando corresponde a los notables es igualmente fácil que conspiren para instaurar una autoridad perversa. Y todavía más fácil que se produzca una sedición allí donde la autoridad reside en el pueblo". ¿Qué hacemos, Juan Calvino? Unas líneas más abajo él da su parecer: "Por tanto, la imperfección de los hombres, el vicio, es la razón es la razón de que la clase de régimen político más aceptable y seguro sea aquel en que gobiernen muchos, ayudándose y recordándose su oficio mutuamente". Pues sí que suena razonable... Y moderno. ¿No os parece?


-Mi comentario.
No es tan extraño, en parecidas palabras habla Hobbes (Leviatán; Capítulo 15, "de otras leyes de naturaleza") de la "gratitud" cuando dice que "lo mismo que la justicia depende de un pacto o convenio que ha tenido lugar previamente, así también la "gratitud" depende de una gracia que se ha concedido con anterioridad, es decir, de un don gratuito otorgado antes. Y ésta es la cuarta ley de naturaleza, que puede concebirse de esta forma: que un hombre que recibe gratuitamente un beneficio de otro, debe hacer lo posible para que quien le ha otorgado esa gracia no tenga motivo razonable para arrepentirse de su buena voluntad. Pues ningún hombre da, como no sea con la intención de hacerse un bien a sí mismo, ya que su don es voluntario, y el objetivo de todos los actos voluntarios no es otro que el de procurar el propio bien. Pero si ese objetivo queda defraudado, no podrían establecerse los fundamentos para la ayuda mutua, ni para la reconciliación de un hombre con otro. Y, por tanto, los hombres permanecerán en una situación de guerra, lo cual es contrario a la primera y fundamental ley natural, que ordena a los hombres buscar la paz. El infringimiento de esta ley se llama "ingratitud" y tiene con los actos de gracia la misma relación que tiene la injusticia con la obligación que se desprende del establecimiento de un convenio".

Es lógico lo que dice Calvino en vuestras frases, si es que lo enmarcamos dentro de la gratitud, ya que es más fácil que se dé una ruptura total de la felicidad y la sociedad con la ingratitud de un tirano o de unos notables, aunque aún menos con la del pueblo, que nos llevaría en estos tres casos a un estado de "guerra". Por lo tanto, recordar los oficios y el trabajo desde la multitud es una garantía.

En cuanto a si es razonable lo dejo a vuestro juicio con una historia de mi ciudad llamada "una Navidad sangrienta", en la que se dice que "en los primeros días de enero de 1883 se cometieron en Cádiar una serie de crímenes. Pasado ya el año nuevo, una familia se encontraba reunida al calor de la chimenea planeando qué iban a hacer en la víspera de Reyes.
La reunión estaba compuesta por dos mujeres, el marido de una de ellas y varios hijos del matrimonio. El lugar de reunión, la casa de los padres de ellas. Era ya noche muy avanzada. De repente, como un vendaval, entró en la casa un hombre arremetiendo, puñal en mano, a una de las mujeres. La mujer, aterrada, se remangó la enaguas y dio un brinco subiendo las escaleras de tres en tres, tanto como le permitían sus piernas, a la vez que con desaforados gritos pedía socorro. La otra mujer, hermana de la escapada, intentó sin éxito hacer entrar en razón al compulsivo intruso. El energúmeno, sin mediar palabra le asestó una cuchillada en el pecho tan profunda que la infeliz murió al instante. Acto seguido, ya que estaba en faena, le dio dos puñaladas a la otra mujer, saliendo al instante su esposo, pero no para defenderla, si no para escapar de la quema. En ese instante se fue la luz, y las tinieblas velaron aquel cuadro de horrores.
Las autoridades y la guardia civil, atraídas por el alboroto, se presentaron a tiempo de evitar más crímenes, apresaron al matador y lo llevaron a la cárcel, comprobando que estaba borracho, lo que no atenuó el delito".

Más importante que una festividad es la gratitud por esa festividad y eso mismo debió de pensar el juez al hacer el juicio, o sea, que se había olvidado el fin último de la sociedad, que es la paz. Vuelvo a recalcar la importancia de que siempre se recuerde a lo que te dedicas, sobre todo para no degenerar, cosa que, dicha degeneración, se suele dar en las mentes más jóvenes con relativa frecuencia. Si no existiera internet, que en cierto modo suple al trabajo tradicional, también habría más desgracia y un mal uso de esta herramienta o unos malos compañeros de trabajo suelen empeorar las relaciones gratas entre individuos. Por eso suelo terminar los post con un "gracias y buen día".

¡Gracias por el post y buen día!

Comentarios