"El breve relato de Jacinto y la belleza"

Eran las doce de la mañana de un día fresco de verano, de los atípicos que se esperan en Agosto. Como por retraimiento de mi corazón oí un crujido lejano, ¡falsa alarma! Era el lejano albedrío de las chicharras, las cuales cantan a la hora más tórrida de la tarde y que hoy guardaban agazapadas al rapaz vuelo del herrerillo.

-¿No podemos, parar un rato?
-No -replicó la madre de Jacinto-. Si quieres ser un hombre de provecho el día de mañana, has de estudiar, y leer es importante.
-No es justo, mientras mis compañeros están en la calle...
-¡Cállate! Bastantes problemas hemos tenido contigo durante todo el curso. Pese a tu compostura no has logrado aprobar la asignatura de Lengua y la de Matemáticas -inquirió con efusivo carácter la madre a Jacinto-.

Al menos hace buen tiempo -desposesionando con su pensamiento de esas vanidades que le intentaban enseñar- y si tuviera mi 3DS sería feliz del todo -reflexionaba-, pero seguramente terminaría enfrentándome a Adoración otra vez.

Adoración era la chica que cuidaba de Jacinto este verano. Era una chica bien resuelta, no tan autoritaria como lo era ahora encarada madre, Eusebia. Para qué engañarse, no era nada autoritaria, era la chica clichés de los chicos, bella, de enormes y turgentes pechos, con orgullo de ser mujer, rápida en la alegría y propensa al chiste inteligente. Sin lugar a dudas, era la viva imagen de su tiempo, el cuál gastaba en innumerables fotos selfies en todo tipo de posturas sugerentes.

Jacinto, como buen niño de teta, todavía no se preguntaba algunas cosas que pasaban en la realidad de los adultos. Su natural desconocimiento de la condición femenina le llevaba a hacer juicios a medio camino entre la astucia y la inocencia. Eso desconcertaba en numerosas ocasiones a Adoración y producía cierto regocijo interno a Eusebia, la cual se alegraba de que su hijo, mientras ella no estaba, fuera inocente y preocupado en buen binomio, en todo caso garantizaría una buena guía.

El padre de Jacinto, Buenaventura era opuesto a la madre, era espiritualmente bello, cosa que en la España que le tocaba vivir a nuestro protagonista, pocos lo eran.

Conmovido por esta reflexión que casi siempre se da en los momentos en los cuales te pones a estudiar sin querer hacer gran cosa. Jacinto decidió derivar de su rutina y convino que lo más importante en este momento era saber algo más de la belleza y decidió preguntar a la gente que estaba a su cargo.

A su cuidadora Adoración se la encontró revisando el aún misterioso para él Facebook y le preguntó directo:

-¿Qué es la belleza, Ado?
-¿Qué cosas tienes? Pues qué va a ser, ¿no eres capaz de verla? Yo soy bella, tengo más de 200 likes por foto en redes sociales, importo a mucha gente -recriminó Adoración-.
-Si eres importante, ¿tienes miedo a los monstruos por la noche?
-Esos son troll's y los hay a centenares, mientras esté detrás de esta pantalla y no delante, siempre seré bella.
-¿Quién te quiere delante de una pantalla y no detrás? -Arguyó Jacinto-.
-Mucha gente, es que acaso no se ve, estoy rodeada de amigos y amigas.
-Puede... ¿pero cómo sabes que son tus amigos si no les ves?
-No tiene sentido eso que me dices, Jacinto, los amigos no se ven todos los días...
-¿Pero cuantos favores te han hecho o has hecho?
-Pocos. Estamos en crisis y la gente no tiene dinero, ¿no lo ves?
-Yo no entiendo de dinero, pero veo que buscas algo con ahinco en esa pantalla y me asusta.
-... -suspiró Adoración- y le dijo con toa la malafollah granaina: -"Lavin compae que rallante eres, anda y toma la 3DS y no seas sipollo".

Asustado por esa reacción de Adoración le rechazó la consola y se fue a la cocina a buscar a su madre, Eusebia, a la cual se tocaba cocinar hoy para la familia. Jacinto rehusó decirle de la conversación que había tenido con Adoración, su cuidadora, pero seguía interesado en las contestaciones que le podrían dar a su pregunta. Y la volvió a enunciar:

-¿Qué es la belleza, Mama?
-La belleza es algo que se pierde con los hombres y el tiempo, cariño. ¿Has terminado ya los deberes?
-No, Mama, no he terminado los deberes, pero estoy interesado en que me digas lo que es en verdad -apostilló Jacinto-.
-Mira, cuando tu padre y yo eramos novios era un incesante ir y venir de su casa y la mía, eramos bellos y eso es lo que hace la belleza, atraer.
-¿Quieres decir que ya no atraes a Papa? -musitó el amigo-.
-No es lo mismo, ahora hay confianza, es otro tipo de amor, ahora tenemos que mantenerlo por ti.
Disconforme con la respuesta, Jacinto le inquirió:
-Quieres decir que cuándo yo no esté ya no os querréis.
-Tú estás Jacinto, pensar demasiado es malo, cariño -le dijo con comprensión su madre-.

-Entonces, ¿por qué me obligas a pensar en verano? -ceñudo se puso el chaval-.
-Madre no hay más que una, pero cabrones hay muchos. No te puedo responder a esta pregunta, coméntasela a tu padre.

Posteriormente, su madre le dijo que su padre se encontraba en una plaza llamada la de Las Romanillas. Pillándole de improviso en un kiosko en el cual compraba pipas y con una buena recriminación a su madre y a él por estar en la calle en vez de estudiando, finalmente le convenció para contarle lo que había pasado con Adoración y su madre (pobre era, pero al menos era cauto para los chismes):

-No me puedo creer que eso te lo dijera Adoración -respondió el padre incrédulo-. En cuanto a tu madre seguro que estaba cansada y algo estresada. Las mujeres sufren de mucho estrés.
-Entonces, ¿qué es la belleza? -Curioso preguntaba Jacinto a su padre-.
-Por el camino, que pasamos por un parque, te responderé.
Entusiasmado, Jacinto, agarró de la mano a su padre. El cual le dedicó una bonita sonrisa de complicidad.
-Ves los árboles y la hierva, ellos no tienen belleza y sin embargo los necesitamos. Esa es la belleza.
-¿Es atracción?
-No, porque no hay vista, ni olfato, ni oído, solo hay contacto. Para ser, la belleza, necesita de estas tres cosas al menos, y de buen gusto.
-¿Qué es el buen gusto? -se extraño Jacinto-.
-¿Ves este paquete de pipas? En el fútbol llaman "come pipas" a los que solo se valen del gusto y no desarrollan sus otros sentidos. ¿Podrías jugar al fútbol sin habilidad? No. Pues lo mismo es en la belleza, no hay belleza si no hay desarrollo, cuando juegas a la 3DS, eres un "come pipas", ya que solo te vales del gusto, te comes la pantalla. Para crecer y ser bello tienes que jugar y ahí se desarrollará tu gusto aún más y lo que veas por esa pantalla, si es que lo tocas, te será aún más bonito, porque será un reflejo de ti...
-Entonces, ¿por qué estudio?
-Porque los que tienes a tu alrededor te consideran bonito y bello. Quieren ver tu belleza. La atracción debería de ser materia de examen, ¡mira! Mientras más bello seas, más feo te querrán ver, pero tú tendrás que ser aún más guapo. En una de estas conocerás al amor de tu vida y le atraerá tu belleza...
-¿Cuánto de feo y cuánto de bello tengo ahora mismo? -dudó Jacinto.
Su padre lo levantó se lo puso a caballito en el cuello y dijo: "Tanto como lo que soy yo ahora, pero tú llegarás, si lo deseas, a más".
-¿Cómo lo sabré? -bostezaba Jacinto-.
-Sigue así y algún día lo averiguarás, quedan muchas conversaciones e interrogantes en tu vida, ¡ánimo!

Mi vieo tenía razón -cerraba los ojos Jacinto-, puto y fi... Y se perdió en el caos.

FDO: Julio Ocón López.

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