Sobre juzgar a los demás y juzgarse rectamente a uno mismo

-Post de FH.
Filosofamos hoy con "El Principito", de Antoine De Saint-Exupéry. "Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio". ¿Cierto?


-Mi comentario.
En Ezequiel (14; 12-14) se dice lo siguiente:

"La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Hijo de hombre, si un país peca contra mí cometiendo infidelidad, y yo extiendo mi mano contra él, destruyo su provisión de pan y envío contra él el hambre para extirpar de allí hombres y bestias, y en ese país se hallan estos tres hombres, Noé, Danel y Job, ellos salvarán su vida por justicia, oráculo del Señor Yahveh."

El filósofo Leibniz ("Filosofía para Princesas"; Carta 8ª, "Leibniz a la electora Sofía") dice al respecto de esto:

"Es cierto que nadie puede proporcionar ningún bien a Dios, pero a pesar de ello la benevolencia hacia él nos hace actuar en todo como si así fuese. Una de las señales más claras de un sincero y desinteresado amor a Dios estriba en estar contento de cuanto ya ha hecho, en la seguridad de que siempre es lo mejor; pero a la vez tratando de hacer tan bueno y tan conforme con su presunta voluntad cuanto queda por hacer, en tanto nos sea posible. Para amarlo, hay que estar de acuerdo con su voluntad cierta, que se muestra en forma de pasado, y tratar de satisfacer su voluntad presunta en lo que respecta al porvenir; pues aunque el Reino de Dios advenga por sí mismo y sin nosotros, sin embargo nuestra buena intención y nuestra voluntad ardiente de obrar bien es lo que nos permite participar en mayor medida de él. Y sin ello no hay benevolencia en nosotros."

Total, que para juzgarte rectamente y no ser un maruso (afeminado que no sabe exactamente lo que en el terreno sexual quiere; marica que anda en vísperas de probar lo prohibido o de que otro lo pruebe en él; afeminado; joven desaliñado; marica; mala persona; egoísta que no se preocupa en absoluto de lo que pueda suceder a los demás) has de no pensar en Dios como el que le da bienes y estar contento de lo que ya has hecho. Haciendo conforme a la voluntad cierta del pasado y presuponiendo el futuro, puesto que si la civilización adviene sin nosotros, nuestra intención y voluntad de obrar bien es lo que nos permite ser geniales.

Esto es lo que creo que quería decir Exupéry con lo de juzgar rectamente y su posibilidad de ser sabio, ya que, en sí mismo, es una idea filosófica que proviene de la Biblia.

¡Gracias por el post y buen día!

Comentarios