De las ventajas e inconvenientes de ser huero

-Post de FH.
"En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven". Esto opinaba Maquiavelo (1469-1527). ¿Le damos la razón?


-Mi comentario.
En "El mundo como voluntad y representación, vol.1", Schopenhauer dice de los sentidos (Libro segundo; Primera consideración; 121):

"[Me refiero aquí a las afecciones de los sentidos objetivos: la vista, el oído y el tacto, si bien sólo en la medida en que estos órganos sean afectados del modo natural que les es propio y característico, el cual es una extremadamente débil excitación de la amplificada y específicamente modificada sensibilidad de esas partes, de suerte que no afecte a la voluntad; sino que sin verse perturbada por ninguna excitación suya] suministra al entendimiento los datos a partir de los cuales deviene la intuición. Sin embargo, cualquier otra afección más fuerte o de otro tipo de esos órganos sensoriales es dolorosa, es decir, se opone a la voluntad a cuya objetivación pertenecen. El nerviosismo se manifiesta en las impresiones, las cuales deberían tener simplemente el grado de intensidad que bastase para constituir los datos de cara al entendimiento, alcanzan un grado más alto en el cual mueven a la voluntad, es decir, suscitan dolor o sensación de bienestar, aunque con más frecuencia un dolor parcialmente sordo e insignificante, por lo que un sonido especial y una luz intensa no sólo se dejan sentir dolorosamente, sino que en general dan pie a un enfermizo estado de ánimo hipocondríaco que no se deja reconocer claramente. Además, la identidad del cuerpo y la voluntad también se muestran, entre otras cosas, en el hecho de que cada movimiento vehemente y desmesurado de la voluntad, esto es, cualquier afecto, estremece inmediatamente el cuerpo y a su mecanismo interno, perturbando el curso de sus funciones vitales. Esto se encuentra especialmente desarrollado en mi obra Sobre la voluntad en la naturaleza (p. 27 de la segunda edición).
Por último, el conocimiento que tengo de mi voluntad aunque inmediato, no puede disociarse del de mi cuerpo. Yo no conozco mi voluntad en su conjunto, como una unidad, ni perfectamente conforme a su esencia, sino que únicamente la conozco en sus actos individuales, por tanto en el tiempo, que es la forma del fenómeno de mi cuerpo, como lo es de todo objeto; por eso el cuerpo es condición del conocimiento de mi voluntad. A esta voluntad no puedo por consiguiente representármela sin mi cuerpo. En el tratado Sobre el principio de razón es presentada la voluntad, o más bien el sujeto del querer, como una clase particular de representaciones u objetos; ahora bien, ya vimos allí mismo que este objeto coincidía con el sujeto, es decir cesaba de ser objeto; allí denominábamos a esa coincidencia el milagro katt'exochen [por antonomasia]; en cierto modo todo el presente escrito es la explicación de esto. En la medida en que conozco mi voluntad como un objeto la conozco en cuanto cuerpo; pero entonces retorno a la primera clase de representaciones establecida en aquel tratado, esto es, a los objetos reales. En lo sucesivo [iremos comprendiendo mejor que esa primera clase de representaciones sólo encuentra su solución y su desciframiento en la cuarta clase establecida allí, la cual deja de confrontarse propiamente como objeto con el sujeto, y que, con arreglo a ello, hemos de aprender a comprender, a partir de la ley de la motivación imperante en la cuarta clase, la esencia íntima de la ley de causalidad que tiene validez en la primera y lo que ocurre conforme a dicha ley.]
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Luego, volviendo a Maquiavelo, quien posea unos ojos, un olfato y un tacto muy sensibles (aquí se puede entender por ojos) puede analizar mejor la realidad, que es lo que Schopenhauer llamaba en lo que he puesto "milagro katt'exochen". Pero esta sensibilidad desarrollada, en algunos ambientes, puede llevar a enfermedades difícilmente diagnosticables. Por lo tanto, el conocimiento va unido a los sentidos y estos al cuerpo, mientras más normal seas, peor te darás cuenta de las cosas que te circundan.

Esto es lo que se conoce con el adjetivo calificativo de güero o huero (vacío, inane, que no tiene cosa alguna dentro y carece de sustancia. Se dice "salir huera una cosa", cuando se refiere a que se malogra o no llega a sazón), y no solo para definir a la gente rubia.

Por consiguiente, lo que dice Maquiavelo es que por muy desarrollada que tengas la sensibilidad, si no te das cuenta de las cosas puedes salir huero en el mal sentido de la palabra, entonces si que se le daría la razón.

¡Gracias por el post y buen día!

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