El sello de cómo conectar la consciencia

-Post de f & Co.
Es viernes y mañana no hay clase, pero los maestros siguen con nosotros fines de semana, vacaciones y fiestas de guardar. Pensamos en ellos y pensamos (con Emilio Lledó) qué significa ser maestro.


-Mi comentario.
Hay un "aforismo de pájaros perdidos" (1) que fijaos, que antes de él, Tagore dedica a una chica llamada T. Hara de Yokohama en la traducción que hace Juan Ramón Jiménez, siendo que Ortega y Gasset interpreta del siguiente modo:

"Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan, y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar, aletean y caen en ella, en un suspiro."

El prólogo (I) del libro, de maldiciones gitanas que utilizo para comentar, que es de Manuel Díaz Matín y cuyo protagonista tiene a Francisco Rodríguez Marín, dice:

"Ni D. Manuel Díaz Martín ha menester prólogos ajenos para sus muy estimables, ni, cuando los necesitara, habría de ser yo, su ya viejo amigo, quien debiese recomendarlos á los lectores. Lo uno, porque Díaz Martín y el público son buenos camaradas de mucho tiempo acá: desde que hacia el año 1880 empezaron á tratarse diariamente, escribiendo aquél en El Porvenir, decano de los periódicos de Sevilla, y admirando éste sus escritos; y lo otro, porque sobre no aventajarme yo á mi colega ni un canto de uña en punto á estatura literaria, estoy menos bien hallado que la masa general de los lectores, pues ni escribo á diario en ningún periódico, ni mis obrillas, por lo arrimadas á la manera vieja y por lo atiborradas de cosas que huelen a muerto, logran gustar sino á muy contadas personas, y á Dios las gracias si es que llegan á tanto.
¿Por qué, entonces, este prólogo? Porque más hizo Díaz Martín con solicitarlo que haré yo con escribirlo; porque lo que honra no se debe echar á puerta ajena, y porque yo no había de renunciar á decir de mi amigo y de sus obras lo que se me viniera á las mientes, cuando hubiese buena ocasión para decirlo, y menos si el mismo autor me la ofrecía.
Esto ha pasado, ergo, lee, ó salta por encima del prólogo, lector ajeno; que á puerta abierta no hay sermón largo."

Hay dos tipos de caminos que el maestro transita con su alumno, el primero es el del discurso de calle o personalísimo, y el segundo es el discurso docto.

¿Cómo de dice "maestra" y "maestro" en gitano?

En gitano shib, "maestra" se dice:
->Sikerpaskeri: Enseñante, docente, profesora, maestra, instructora (grado 0).

Exteriormente una maestra no tiene desarrollo, si lo tuviera sería una concubina.

En gitano kaló, "maestra" se dice:
->Dukhendia: Maestra (grado 0).
->Dukhendi o duquendi: Maestra (grado primero).

La maestra da un grado de desarrollo interior en un grado 0 y un grado primero con seriedad o con soltura.

En gitano shib, "maestro" se dice:
->Lilvarno: Profesor, maestro, educador, pedagógico, catedrático, doctor (grado 0 en imagen).
->Chandó: Sabio, maestro, doctor (grado 0 en trabajo) // Charlatán de feria (grado primero de trabajo) // "Dyanavdo" o "sabido, informado, conocido, percibido" (grado segundo de trabajo).
->Sikelarno: Profesor, docente, maestro (grado 0 de canto) // "Siklarno" (o grado primero de canto) y "siklarni" (o grado segundo de canto).
->Sikerpaskero: Enseñante, docente, profesor, maestro, instructor (grado 0 en silencio).
->Sikarno: Maestro, profesor, docente (grado primero de silencio).
->Maistro: Maestro, maestro artesano (grado segundo de silencio).

Como se puede ver, exteriormente el maestro parece más competente que la maestra, debido a que es capaz de conjugar imagen sin variar, trabajo en distintos niveles sin llegar a agotarse, y distintos tipos de canto o voz sin llegar a decir qué silencio aplica.

En gitano kaló, "maestro" se dice:
->Dukhendio o duquendio: Maestro (grado 0).
->Docurdo: Maestro (grado primero).
->Tchande: Maestro (grado segundo).
->"Duquendó": Maestro (grado tercero o de los antepasados).

Interiormente el maestro es el único que puede alcanzar el grado segundo y pasar a ser maestro de los antepasados, cosa que no se le permitiría a la mujer por la obvia burla que suscitaría en generaciones menos permisivas.

En Yoga hay un "sello para comunicar la consciencia" ("Diccionario del Yoga: Historia, práctica, filosofía y mantras"; II,3), explicado por Laia Villegas y Òscar Pujol, que nos habla de las cualidades del maestro y su mudra así:

"Se dobla el dedo índice de cada mano hasta unirlo con el interior del dedo pulgar. Manteniendo extendidos los otros tres dedos, se colocan las manos sobre las rodillas con las palmas hacia arriba, o bien hacia abajo. Esta mudra contribuye a encapsular la energía durante la práctica de la meditación. El contacto entre el índice y el pulgar simboliza la unión de la consciencia individual con la consciencia suprema."

Esta es la clásica forma de enseñar a los alumnos a coger el lápiz o el bolígrafo y sujetar el tipex o la goma contra el papel (antes se haría con pluma y tinta, con lo cual mancharía más). Personalmente le he añadido al pulgar y al índice (yo correcto y yo erróneo), el dedo corazón (concepto) y la otra mano (para sujetar), para saber cuánto se desviaba mi intención de lo que escribía (ya que sino no sería filosófica mi escritura - https://bit.ly/2xJAeaT -).

Por lo tanto, ser maestro es diferente de ser maestra en la profundidad y en el trato, implica un exterior de viva voz en el que se mezclan los silencios, y un desarrollo interior que te hará ser recordado si es que eres bueno.

Mi manera de escribir se la debo a mi profesor Antonio, el cual me enseñó el abecedario a la manera antigua (que era con la que me había educado), a leer y a escribir corrigiendo mis defectos, y mi profesor Hipólito (3 años después), me confió el primer bolígrafo de la clase por mi precocidad (dándome el consejo de cuidar mis sentimientos y su musicalidad). Antes de Jaén tuve varias señoritas de preescolar en Málaga, un año en Venezuela y un nacimiento en León, mi desarrollo y mi escritura de médico se la debo a Granada y mi conocimiento en leyes a su Facultad de Derecho, siendo la mayoría de los libros que he leído de editoriales de Madrid y Barcelona con un diccionario insuficiente de Venezuela que marcaron mi ritmo académico y mi inventiva. Esa es la aplicación correcta de un mudra como este.

Sin profesores como los que he tenido desde un primer momento lo más seguro es que estuviera mal.

¡Gracias por el post y buen día!


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