Hábitat

Hoy toca escribir un poquito de lo que se me pasa por la cabeza, cosa que hace ya mucho tiempo, que por la tensión y la conformidad que ha alcanzado nuestro hábitat, cualquiera es el guapo que se pone a hablar así todos los días.

Para empezar, me asusta enormemente la dimensión de la voz en las conciencias que ha adquirido determinadas personas en nuestro quehacer diario. También me asusta ver el lado oscuro de determinados individuos que se asientan en nuestras ciudades que son los restos de la malograda sociedad de consumo y bienestar de los 80ª y 90ª. Me asusta ver el lavado de cerebro que hace la inmensa mayoría sobre temas de sexualidad y su conducta.

Me aterra cómo se ha perdido la cercanía del día a día por el empacho de tuits, estados, imágenes y demás contenido pseudo-intelectual que circula por estos sitios, en sustitución de la arquitectura del estado. Me aterra aún más el nivel de podredumbre e infelicidad que se adquiere en determinados círculos de todas las edades.

Me preocupa la precariedad del entorno en el que me muevo. Me preocupa la vejez y la muerte de la masa verdaderamente productiva de estos últimos años. Me preocupa que generaciones cada vez más pequeñas no entiendan el planeta tan amplio en el que nos movemos.

Me entristece ver cómo las relaciones se mantienen por el recuerdo, en vez de por los motivos que llevaron a la unión o la separación de los individuos o el colectivo. Me entristece una factura de la luz cada vez más complicada y cara. Me entristece ver por los suelos el ideal de política con el que soñé cuando era adolescente.

Me ruboriza mi suerte si me veo en mis expectativas pasadas.

Me alienta mi potencial en estos momentos, y que por lo menos sirva para algo en esta vida, aunque sea para pensar críticamente desde un humilde milenial blog, de esos que se intentan dilapidar con el paso de las tecnologías y sus temporales y escasos líderes.

Me apetecía sincerarme, mi pegada es escasa, pero la esperanza en estas palabras es infinita.

¡Buenas noches desde España!

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