Los imbéciles de la nueva horma política del Derecho

-Post de f & Co.
DERECHO Y SOCIEDAD. El jurista y humanista apasionado Antonio Pau ante la pregunta de qué se puede hacer para acercar Derecho y sociedad: "Muchas cosas. Pero voy a decir solo dos. Una: hacer menos leyes y hacer leyes más breves y más claras. Dos: aumentar el número de jueces y dignificar su función". Para empezar, bien. ¿Estáis de acuerdo? ¿Seguís con las medidas, queréis cambiar estas?


-Mi comentario.
Lamentablemente estas fechas son las peores para hablar del Derecho y la sociedad. Tradicionalmente se piensa como en "La Odisea" (Canto II), de Homero, cuando se dice:

"Y a todos, lleno de discreta prudencia, habló y dijo:
-Escuchadme, itacenses, lo que voy a deciros. Nunca tengáis un rey que sea benévolo, ni dulce, ni que piense en buenas acciones, sino cruel e inicuo en adelante, ya que nadie recuerda al divino Ulises, que gobernó entre vosotros con la dulzura de un padre. Y no reprocho sólo a los orgullosos pretendientes, porque al fin se juega la cabeza arruinando la casa de Ulises, en cuyo regreso no creen; que me indigno contra vosotros, que permanecéis sentados, sin osar siquiera hablar ni castigar a los pretendientes, a pesar de ser ellos poco numerosos y constituir vosotros una multitud."

Este es el principio, ya que una verdad benévola, dulce, de buenas acciones es tomada como presente, y una verdad que es cruel, inicua y nada dulce está ausente, luego es la diferencia entre una ley inteligente y una ley pretenciosa y llena de fallos.

¿Por qué sucede esto?

En "Las Leyes" (Libro III; 691b-c), de Platón, se dice esto:

"ATENIENSE.-Bien, pues: ¿qué medida tomar el legislador para precaverse contra el nacimiento de este mal? No es, por los dioses, gran ingenio el descubrirlo ahora, ni difícil el declararlo; pero si hubiese de ser previsto entonces, ¿no hubiese sido el previsor más ingenioso que nosotros?
MEGILO.-¿Qué es lo que quieres decir?
ATENIENSE.-Mirando a lo sucedido entre vosotros, Megilo, es ahora más fácil el conocer y, mediante el conocimiento, decir lo que debió hacerse en aquel tiempo.
MEGILO.-Explícalo más claro.
ATENIENSE.-Pues lo más claro sería de esta manera.
MEGILO.-¿Cuál?
ATENIENSE.-Si alguno pone algo grande en cosas más pequeñas traspasando la medida, sea velas en las naves, alimento en el cuerpo o mando en las almas, todo se va a pique, y lo uno, por su exuberancia, incurre en la enfermedad, y lo otro en la injusticia, hija de la intemperancia. ¿Cuál es, pues, en fin, nuestro aserto? ¿No es éste, acaso, amigos míos, que no existe naturaleza de alma mortal que pueda en caso alguno tener el máximo poder entre los hombres, siendo joven e irresponsable, sin que, después de infectar su mente con la [más grave enfermedad, que es la insipiencia, se atraiga el odio de sus amigos más íntimos, lo que viene a arruinarle y a destruir toda su fuerza?]"

El problema está aquí, en que cuando la verdad está ausente es que se ponen las cosas grandes en mentes pequeñas, precisamente porque la cosa grande o exuberante llama a la enfermedad en sí, y la cosa pequeña incurre en injusticia, que es materia de la intemperancia, luego a alguien joven que tenga por instrucción no saber, o a alguien malo de por sí, el mero hecho de darle el poder de decisión es motivo más que sobrado de perder la cabeza.

La costumbre dice en los "refranes de derechas del tiempo de los emprendedores" lo siguiente:

"De su talento, ninguno hay descontento."

El motivo que dije en el anterior post, sobre lo que es el inicio de una esquizofrenia, lo interpretan en esta época como falta de orgullo por el talento propio, luego descontento por falta de inteligencia, cuando no tiene nada que ver ni lo uno ni lo otro conmigo, sino más bien con la posición relativamente novedosa que asumo todos los días, ya que memoria, recuerdo de la verdad e inteligencia no me faltan.

También se dice de hoy:

"En Nochebuena y en Navidad, la brasa calienta más."

La costumbre es de la opinión de que ante una situación en la que alguien se sienta ignorante, la ley ha de tender a la verdad en estas fechas, cuando lo que nos falta a gente como yo en estas fechas no es precisamente el calor familiar, sino el no sentirse tan ajeno a la situación que se da en ella.

Como ejemplo: os pongo dos situaciones, una que me hace sentir sumamente encabronado y otra que aprecio con total sinceridad:

1ª) Que me hagan venir en días de fiesta a la academia en la que hago las oposiciones, demuestra la seriedad y la profesionalidad de los profesores que tengo, pero me encabrona de sobremanera que me hagan parecer un tonto a nivel subjetivo al decirme sibilinamente que tengo una mente pequeña (la tendrá el 90% de los españoles, pero creo más que probado que yo no).

2ª) Que me compren unas gafas de sol y unas lentillas, o unas gafas de ver con los cristales tintados al sol, está de primera, ya que, precisamente, en lugares como este, tengo la necesidad de echar la vista para adelante.

El paso intermedio, podría ser que me compren un teclado suave para escribir en mi día a día, y no un teclado duro, ya que si tengo el dedo índice (yo errado) y corazón (concepto) algo inclinados y pierdo tiempo a la hora de corregir cualquier texto de las oposiciones, me interesa el acceso rápido a las teclas por mi condición. Lo que no pido en sitios como al que voy, es que la profesora, o profesor, sea condescendiente conmigo y me rebaje los requisitos por mi condición, haciéndome quedar por tonto o malo (ya he dicho que, personalmente, tiendo a la esquizofrenia por mi condición, no por mi aptitud). ¡Perdona! ¡Qué se pongan las pilas ellos, que de tonto no tengo un pelo!

Eso es lo que veo.

¡Gracias por el post y buenas tardes!

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