Analizando a las generaciones problemáticas

-Post de f & Co.
Compartimos la entevista que le hicieron nuestro colegas de Filosofía en la calle en su programa Talentos, al profesor J. Barrientos, profesor en la Universidad de Sevilla y director de la Revista Internacional de Filosofía Aplicada HASER, Director Adjunto de la Revista Argumentos de Razón Técnica y codirector de la Cátedra de Hermenéutica Analógica y de la Revista Hermes Analógica.

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-Mi comentario.
Me ha gustado mucho la entrevista, y aunque parezca una soberana obviedad, para hablar de filosofía he seguido en todo momento unos versos de la "Ilíada" (Canto XXII; 45-50), de Homero, cuando dice:

"que ha matado o vendido en remotas islas.
También ahora hay dos hijos míos, Licaón y Polidoro,
que no consigo ver entre los troyanos refugiados en la ciudad
y que Laótoe, poderosa entre las mujeres, dio a luz para mí.
Mas si están vivos en el campamento, seguro que pronto
los rescataremos con bronce y oro, pues hay en casa, ya que"

Cuando se habla de un hecho aislado, normalmente este suele ser objeto de muerte o venta, y da como fruto hombres ferales (Licaón) y gente que se regala y se va mucho (Polidoro), producidos por mujeres que brillan mucho en el pueblo (Laótoe), que solo pueden ser rescatados con mucha comunicación y dinero, si es que se tiene una buena casa. Pues lo mismo pasa en la generación de hombres a los que pertenezco, son hombres ferales o de múltiples cualidades, que fueron paridos por mujeres muy brillantes; he de decir que ninguno de ellos vale en tiempo de crisis, y que la forma de identificarlos es precisamente por su promiscuidad, su vocación viajera, su arraigo o desarraigo en la familia, su característica en común es la falta de creencia y el establecimiento de rutinas y prioridades como puedan ser identificados en este texto de la Ilíada de Homero.

¿Qué es lo que nos dice Platón?

En "La República" (Libro VI; 499e-500e) se cuenta:

"-[No censures de tal] modo a las multitudes. Pues cambiarán de opinión si, en vez de buscarles querella, se les aconseja y se intenta deshacer sus prejuicios contra el amor de la ciencia indicándoles de qué filósofos hablas y definiendo, cómo hace un instante, su naturaleza y profesión para que no crean que te refieres a los que ellos se imaginan. ¿O dirás que no han de cambiar de opinión o a responder de distinto modo ni aun cuando los vean a esa luz? ¿Piensas tal vez que quien no es envidioso y manso por naturaleza va a ser violento contra el que no lo sea o a envidiar a quien no envidie? Por mi parte diré, anticipándome a tus objeciones, que un carácter tan difícil puede darse en unas pocas personas, pero no en una multitud.
-También yo estoy enteramente de acuerdo -dijo.
-¿Entonces estarás de acuerdo en que la culpa de que el vulgo esté mal dispuesto para con la filosofía la tienen aquellos intrusos que, tras haber irrumpido indebidamente en ella, se insultan y enemistan mutuamente y no tratan en sus discursos más que cuestiones personales comportándose así de la manera menos propia de un filósofo?
-Sí -dijo.
En efecto, ¡oh, Adimanto!, a aquel cuyo espíritu está ocupado con el verdadero ser no le queda tiempo para bajar su mirada hacia las acciones de los hombres ni para ponerse, lleno de envidia y malquerencia, a luchar con ellos; antes bien, como los objetos de su atenta contemplación son ordenados, están siempre del mismo modo, no se hacen daño ni lo reciben los unos de los otros y responden en toda su disposición a un orden racional, por eso ellos imitan a estos objetos y les asimilan en todo lo posible. ¿O crees que hay alguna posibilidad de que no imite cada cual a aquello con lo que convive y a lo cual admira?
-Es imposible -dijo.
-De qué modo que, por convivir con lo divino y ordenado, el filósofo se hace todo lo ordenado y divino que puede serlo un hombre; aunque en todo hay pretexto para levantar calumnias.
-En efecto.
-Pues bien -dije-, si alguna necesidad le impulsa a intentar implantar en la vida pública y privada de los demás hombres aquello que él ve allí arriba en vez de limitarse a moldear su propia alma, ¿crees acaso que será un mal creador de templanza y de justicia y de toda clase de virtudes colectivas?
-En modo alguno -dijo.
-Y si se da cuenta el vulgo de que decíamos verdad con respecto a él, ¿se irritarán contra los filósofos y desconfiarán de nosotros cuando digamos que la ciudad no tiene otra posibilidad de ser jamás feliz sino en el caso de que sus líneas generales sean trazadas por los dibujantes que copian de un modelo divino?
-No se irritarán -dijo- si se dan cuenta de ello. Pero ¿qué clase de dibujo es ese de que hablas?"

El "yo" que da Platón (499e y 500a) es que una persona que haya visto la luz de una buena acción no será otra cosa que manso, luego la "gente" tiene que ser mansa, las malas actitudes son individuales no de todos, luego el "globo" es manso.

Con respecto al "continente" nos dice la "Ilíada" (Canto XX; 405-410) lo siguiente:

"los muchachos tirando, y se regocija el sacudidor de la tierra;
así a él con un bramido el noble ánimo le abandonó los huesos.
Aquiles fue con la lanza tras Polidoro, comparable a un dios,
el Priámida. Su padre le había prohibido participar en la lucha,
porque entre sus hijos era el más joven de su estirpe
y al que más cariño tenía; y a todos vencía en la carrera."

De la gente que se regala y se va mucho (Polidoro), nos dice que el espíritu de vida (Aquiles) espanta al comprar y a los pies veloces (Priámida) con mirra (Poseidón). Platón (500b) nos, dice sin embargo, que la culpa del desastre de esta generación es el poderoso espíritu de vida que irrumpe en su formación.

Con respecto al "mensaje que nos dirige" o su ataque se dice en la "Ilíada" (Canto XX; 30-35) lo siguiente:

""temo que incluso devaste la muralla contra el destino."
Así habló el Crónida y despertó un insondable combate.
Los dioses marcharon a la batalla con los ánimos divididos:
hacia el recinto de las naves, Hera y Palas Atenea,
Poseidón, dueño de la tierra y el benéfico
Hermes, que descuella por sus sagaces ingenios;"

Cuando alguien es muy violento hay que ver lo sagrado y dañino del incienso y el maná, que se representan por los varios aromas y la ignorancia (Zeus de los relámpagos, Hera y Palas Atenea), frente al incienso, el estoraque y la mirra (Hermes, en sus distintas, y Poseidón). Platón (500c) considera a los primeros orden, y a los segundo (500d) como modificación del alma que es "tierra", y cuando juntas los dos, tienes una confusión agresiva.

Con respecto al "origen de la gente y su discurrir", se dice en la "Ilíada" (Canto XXI; 85-90) lo siguiente:

"me engendró mi madre, Laótoe, la hija del anciano
Altes, que es el soberano de los combativos léleges
y el dueño de la escarpada Pédaso a orillas del Satnioente.
Príamo tenía a su hija como esposa, igual que a muchas otras;
de ella nacimos dos hijos, y tú a ambos habrás degollado:
al uno ya lo has doblegado en la primera fila de los infantes,"

Los varios aromas (ninfa Laótoe) solo se comprenden con el origen (Altes) y su pueblo (léleges), que solo brinca (Pédaso) en la nada (Satnioente) con la agilidad en el trabajo o su compra (Príamo). El desconocimiento, según Platón (500e) se identifica con la falta de pueblo, que encienden los ánimos de la gente local.

Luego, en un principio, lo que es visto como una falta de compostura por parte de nuestra generación, es en realidad una sobrecarga de los más pequeños contra los más grandes, una confusión de roles entre los locales que te quieren quitar de en medio y tú que quieres demostrar, siendo que es una falta de conocimiento en los orígenes.

Eso es lo que le pasa a una generación tan imperfecta como la nuestra, que les faltan raíces y siguen este modelo desastroso de comportamiento.

¡Gracias por el post y buenas tardes!

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