¡Querer! Esa cosa tan difícil y que no se hace.

Me gustaría empezar con un extracto de la "novena confianza al sagrado corazón" que de seguro que os guía en lo que voy a poner: "Ya sabemos, Señor, que nunca seremos dignos de lo que esperamos alcanzar. No hacemos sino alargar la mano, como mendigos, con plena seguridad de que os moveréis a compasión". No es de extrañar que a la mayoría de vosotros os venga a la cabeza la palabra "querer" con estas palabras, ¿pero es tanto una búsqueda de ese "querer" como una meta fallida? Mi siguiente exposición, espero, os haga pensar un poco en ello.

Se decía en el capítulo 44 del Quijote de la Mancha: "Yo, aunque moro bien sé por la comunicación que he tenido con cristianos, que la santidad consiste en la caridad, humildad, fe, obediencia y pobreza; pero con todo eso digo que ha de tener mucho de Dios el que viniere a contentar con ser pobre, si no es aquel modo de pobreza de quien dice uno de los mayores santos: "Tened todas las cosas como si no las tuviésedes"". Es una de las mayores verdades que se puedan contar, ya que la palabra latina volo, además de hacer referencia a cosas relacionadas con el cielo y con volar, viene a ser, también, querer o desear, pero en su segunda forma, voluntas (o voluntad), hay una acepción que es la cibi voluntas que viene a ser: hambre, apetito; buen o malquerer (en favor o contra alguno); voluntad manifestada, elección, voto dado; sentido de una palabra; amor, benevolencia, inclinación; favor o protección. Toda esta parte, aludida por Juvenal y Quintiliano, viene de una palabra que se inventó Lucilo (solo la segunda parte), cibicida, que viene a ser: el comedor, el que no sirve en casa mas que de una boca más; o el esclavo destinado para trinchar.

Con lo cual, podemos comprender que aquí hay una hipocresía, como dicen en el Quijote, que puede ser al mismo tiempo el que prepara el alimento y el que lo come, por lo tanto, ¿cómo puedes ser al mismo tiempo amado y amador? Estas palabras inquietaron a Don Quijote hasta tal punto de echar de menos a Sancho Panza, ya que solo con la ausencia del hipócrita que nos sirve, con el cual entendemos el mundo sin hipocresías, tal y como es, es cuando empezamos a comprender que el amor es mucho más que dar y recibir de una misma persona y es ahí cuando el siervo se convierte en señor y el amor se convierte en algo inalcanzable, capaz de dar nombre a lo innombrable, como en la película "Big eyes" en donde la parábola del trigo y la cizaña, se hacen realidad.

Por lo tanto, si aprendemos a aceptar la hipocresía (siempre y cuando esta no se vuelva malvada), decir "te quiero" a una persona, desde el punto de vista del sirviente puro o señor/a no es malo ya que le estaremos dando sentido a nuestras palabras más allá de la búsqueda de lo querido, por lo tanto ese "querer" es el más puro (desde mi punto de vista) ya que no implica hipocresía ninguna y por supuesto ninguna maldad más allá que la de que tu amor no es correspondido.

Por lo tanto, querer es distinto a amar, ya que querer implica dar voluntad y amar implica hacer, dos cosas bien distintas. Y si alguno de vosotros piensa que está cometiendo un pecado de carne piense en las palabras de Kierkegaard cuando dice en su célebre "La enfermedad mortal", que un pecado es un estado y no una negatividad y que por lo tanto no dejarás de ser más tu por mucho que te juntes con un hombre o una mujer que te quiera pero que no te ame (ya que esto implica hacer cosas por el otro), cosa que no se da en los regímenes de separación de bienes (en un principio) o en las separaciones mismas y que desde mi punto de vista pueden tener, en algunos casos, más sanidad, en la concepción, que los regímenes de gananciales.



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