El hacha de Yen-t'ou

Tê-shan, el maestro de Yen-t'ou, una vez le dijo: "Hay dos monjes en este monasterio que han estado conmigo durante muchos años. Ve y examínalos".
Yen-t'ou se llevó un hacha a la pequeña cabaña donde los dos monjes estaban meditando.
Yen-t'ou levantó el hacha y dijo: "Si decís una palabra de zen, os cortaré la cabeza. Si no decís nada, también os decapitaré".
Los dos monjes siguieron con su meditación, ignorando completamente a Yen-t'ou.
Yen-t'ou tiró el hacha a suelo y dijo: "Sois verdaderos estudiantes de zen".
Luego, volvió junto a Tê-shan y le contó lo ocurrido.
"Ya veo cómo están las cosas por tu lado", asintió Tê-shan, "pero, cuéntame, ¿cómo están los del otro lado?"
"Puede que Tung-shan los admita", contestó Yen-t'ou, "pero no deberían ser admitidos bajo la guía de Tê-shan".

Este koan es muy complejo, pero ayuda a pensar de aquí en adelante con claridad. En el primer párrafo se da uno cuenta de que hay una interrupción a la claridad mental o lo que es lo mismo, un exceso de complacencia. El segundo párrafo, también sería una interrupción a la claridad mental, ya que sería una imprevisión y los dos primeros párrafos formarían un dualidad (examinar y exterminar). El tercer párrafo es una dualidad, si decís o no decís, pero interpretado a la manera del monje, ya que palabra zen es "no" y se junta con no decir nada, sería una dualidad admitida. El cuarto párrafo forma otra dualidad invertida (no-si) con el anterior. El quinto párrafo, forma una dualidad con el tercero, ya que el examinador es derrotado. El sexto párrafo es un interrupción a la claridad mental, al ser una regresión, que sería otra dualidad (regresar-no regresar). Párrafo séptimo, sería otra interrupción a la claridad mental o dudas, con otra dualidad o claridad-oscuridad. El octavo párrafo sería una dualidad, otro-éste.

Los comentaristas de este koan, hacen dos alusiones a este bastante acertadas, por un lado hacen la alusión a una flecha que pasa entre dos barrotes de hierro y por otro hacen la alusión al comensal exagerado, que sirve bebida excitante con holgura para que se vayan sus invitados. Las dos interpretaciones, creo que son muy válidas, ya que tanto la una como la otra responden a la forma de ver de cada uno.

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