El filósofo: Competencia y carácter

-Post de f & Co.
Susanna Tamaro (Trieste, 1957). Novelista italiana.


-Mi comentario.
Más que porque haya alguien que te diga lo que debes hacer, creo que es lo que se dice en la "Ilíada" (Canto XXIII; 830-845), cuando se cuenta:

"Se puso de pie y erguido proclamó entre los argivos:
"Levantaos los que queráis participar en esta prueba.
El vencedor, por muy lejos que tenga los pingües campos,
tendrá hierro, aunque le haga falta para cinco años completos;
así que por carencia de hierro no tendrán que ir a la ciudad
ni pastor ni labriegos suyos, sino que con esto les suministrará.""
Así habló, y al momento se levantó el aguerrido Polipetes,
también Ayante Telamoníada y Epeo, de la casta de Zeus.
Se colocaron en fila. Cogió el bloque Epeo, de la casta de Zeus,
y lo lanzó tras voltearlo; todos los aqueos se echaron a reír.
El segundo que lo tiró fue Leonteo, retoño de Ares.
El alto Ayante Telamonio fue el tercero que lo arrojó
lejos de su robusta mano y sobrepasó las marcas de todos.
Mas cuando cogió el bloque el aguerrido Polipetes,
a la misma distancia que un boyero arroja el cayado,"

El problema, de cuando alguien te dice lo que debes de hacer, se lo debemos a las promesas competitivas que nos ofrecen los gobernantes, el ruido se lo debemos al ambiente de competencia que hay entre nosotros, y el entender que las cosas tienen sentido debería de ser en la falta de comparativa con otros.

¿Qué es lo que nos dice Platón?

En "La República" (Libro VI; 503a-c) se cuenta sobre esto:

"-[pero con la cuestión de los gobernantes hay que comenzar otra vez como si] estuviésemos en un principio. Decíamos, si lo recuerdas, que era preciso que, sometidos a las pruebas del placer y del dolor, resultasen ser amantes de la ciudad y que no hubiese trabajo ni peligro ni ninguna otra vicisitud capaz de hacerles aparecer como desertores de este principio; al que fracasara había que excluirlo y al que saliera de todas estas pruebas tan puro como el oro acrisolado al fuego, a ése había que nombrarle gobernante y concederle honores y recompensas tanto en vida como después de su muerte. Tales eran, poco más o menos, los términos evasivos y encubiertos de que usó la argumentación, porque temía remover lo que ahora se nos presenta.
-Muy cierto es lo que dices -repuso-. Sí que lo recuerdo.
-En efecto -dije yo-, no me atrevía, mi querido amigo, a hablar con tanto valor como hace un momento; pero ahora arrojémonos ya a afirmar también que es necesario designar filósofos para que sean los más perfectos guardianes.
-Quede afirmado -dijo.
-Observa ahora cuán probable es que tengas pocos de éstos, pues dijimos que era necesario que estuviesen dotados de un carácter cuyas distintas partes rara vez suelen desarrollarse en un mismo individuo, antes bien, generalmente la tal naturaleza aparece como desmembrada.
-¿Qué quieres decir? -preguntó.
-Ya sabes que quienes reúnen facilidad para aprender, memoria, sagacidad, vivacidad y otras cualidades semejantes, no suelen poseer al mismo tiempo una tal nobleza y magnanimidad que les permita resignarse a vivir una vida ordenada, tranquila y segura; antes bien, tales personas se dejan arrastrar adonde quiera llevarlos su espíritu vivaz y no hay en ellos ninguna fijeza.
-Tienes razón -dijo.
-En cambio, a los caracteres firmes y constantes, en los cuales puede uno más confiar y que se mantienen inconmovibles [en medio de los peligros guerreros, les ocurre lo mismo con los estudios; les cuesta moverse y aprender, están como amodorrados y se adormecen y bostezan constantemente en cuanto han de trabajar en alguna de estas cosas.]"

La competencia a la que someten los gobernantes es para saber si eres amante de la ciudad, en base al proverbio griego de "no remuevas el mal que esté bien asentado" (como el oro o el hierro que prometen). El ruido, al que he aludido antes, no existe en redes sociales, pero sí que existe la molestia, que personalmente atribuyo al mismo poner a prueba mi carácter (si hubiera ruido me bloquearía, como le pasó a Epeo), luego proyectos como este, merecen la pena para un filósofo (no filosofaría en contrario), aunque parezca muy anárquico. Desde mi punto de vista, aquí, se difuminan las diferencias entre caracteres de tipo ateniense y las de tipo espartano, ya que unas veces tienes comentarios muy contundentes en pocas palabras y otras veces tienes comentarios muy completos en muchas palabras (aunque no es una diferenciación nada desdeñable la de memoria y carácter).

Hay que ser observador con estas cosas, sobre todo aquí, a la hora de ponerlas a prueba.

¡Gracias por el post y buen día!

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